La imagen forma parte de la vida de los niños desde que nacen. Antes de saber hablar, leen los rostros de sus seres queridos, y antes de saber leer, son capaces de comprender un texto a través de la interpretación de carteles e imágenes. Educar a los niños en la lectura de imágenes enriquece sus capacidades como lectores y les aporta nuevas fuentes de disfrute. Los libros ilustrados constituyen un material muy eficaz para promover el desarrollo de estas competencias y ofrecen una experiencia de lectura muy rica e instructiva.
¿Con qué imágenes trabajar?
Etiquetas, carteles, logotipos, folletos publicitarios, libros, periódicos, revistas, películas, fotografías, cuadros… conforman un amplio abanico de imágenes rico y variado, pero recuerda que:
Ø No hay colores específicos para cada edad. Cualquier uso y mezcla de tonos, si guarda coherencia con el texto, es asequible a cualquier lector, independientemente de su edad.
Ø La ilustración figurativa y realista no es la única que un niño puede disfrutar. El expresionismo, la abstracción y el surrealismo pueden resultar atractivos si les ayudamos a mirar.
Ø Conviene ofrecer libros que favorezcan el conocimiento de las técnicas, materiales y colores que utilizan los ilustradores: libros de arte, sobre pintura, pintores o museos, obras que hablen de colores, libros sobre la creación artística, etcétera.
Algunas propuestas para trabajar la imagen
En la escuela y en la biblioteca se pueden realizar diversas actividades para enseñar a leer imágenes y descubrir a los niños las claves que encierra su lenguaje, sus diferentes funciones y las diversas técnicas y estilos que existen.
Ø Jugar con las imágenes:
- A las adivinanzas visuales, mostrándoles parte de una imagen para que traten de adivinar el todo.
- Al “veo, veo” para encontrar determinados detalles de una ilustración.
- A identificar el estado de ánimo de un personaje y su relación con el resto, a partir de su expresión facial.
- A observar cómo se miran entre sí los protagonistas de la historia o cómo establecen contacto visual con el lector para después comprobar si expresan calidez, cercanía, amabilidad...
- A imaginar y contar el antes o el después de una historia, fijándose en los detalles y elementos de una ilustración (la relación entre los personajes, la hora del día, la época, el entorno, etcétera).
- A desordenar las imágenes de una historia y pedir a los niños que las ordenen con una secuencia lógica.
- A mostrar ilustraciones (tarjetas, diapositivas…) de un mismo autor y pedir a los niños que identifiquen las que pertenecen a una misma historia.
- A encontrar qué elementos aparecen en las imágenes que no están en el texto.
Ø Buscar y comparar elementos:
- Mostrar a los niños libros de imágenes con diferentes estilos y coloridos, para jugar a reconocer, identificar…
- Hablar de imágenes, explicar cómo están hechas y experimentar con las mismas técnicas (acuarela, collage, acrílicos, tinta, etcétera.) que utilizan los artistas para que los niños las valoren y disfruten.
- Comparar versiones de diferentes ilustradores sobre una misma historia: los cuentos clásicos son una buena opción y es fácil encontrar diferentes interpretaciones de “Caperucita”, “Pinocho”, “Alicia en el País de las Maravillas” u otros.
Ø Crear imágenes y textos propios:
- Dibujar un final diferente para una historia.
- Ilustrar una historia a partir de su lectura en voz alta utilizando diferentes materiales para dibujar, colorear, crear texturas.
- Dibujar a los personajes de una historia a partir de su descripción.
- Mostrar imágenes de personajes y proponer que adivinen quién son, cómo es su carácter, cuál es su origen social y cultural, su oficio, a qué época pertenecen… y después comparar los resultados con las descripciones del texto.
Y recuerda, cualquier imagen es buena para trabajar con ella. Demos al niño la oportunidad de emocionarse, ya sea contemplando una buena ilustración de un libro, un cuadro expuesto en un museo, o mirando una bella fotografía o un cartel publicitario.