El lenguaje gestual y el verbal son las primeras fórmulas con las que un bebé toma conciencia del mundo, por lo general en clave lúdica; así pues, el juego está vinculado al conocimiento y a la lectura desde bien pronto. Sin embargo, esta estrategia atrae y funciona en todas las edades.
En la variedad está el juego. De hecho, alternar distintas propuestas en torno a un contenido es una forma jugar. El juego implica manipulación física y mental, ingredientes muy importantes a la hora de asimilar información e interiorizar experiencias. Además, al igual que la lectura, es también es una manera de comunicar y comunicarse. Por tanto, el juego resulta muy útil como técnica a la hora de:
· Repasar contenidos para afianzar aprendizajes.
· Enseñar a establecer relaciones entre los conceptos explicados y/o lecturas realizadas.
· Organizar tareas grupales, favorecer las relaciones entre los participantes y generar una atmósfera agradable.
· Explicar y hacer prácticas en el uso de determinados materiales o soportes.
· Expresar y expresarse de forma oral y/o escrita.
· Convertir en algo diferente y especial la transmisión de normas y la realización de tareas habituales en el aula o en la biblioteca.
Entre lo popular anda el juego. Jugar ayuda a desarrollar la creatividad. Una manera de plantear nuevos juegos es tomar como referencia los conocidos, transformarlos y adaptarlos a los contenidos didácticos o literarios que se quieran trabajar. Por ejemplo:
· Recurrir al folclore para realizar propuestas que impliquen movimiento corporal ( juegos de palmas, de corro y comba, la rayuela, tres en raya, etcétera) y trabajo con el lenguaje (retahílas, refranes, trabalenguas, romances y poemas)
· Utilizar los juegos de mesa para diseñar itinerarios, tableros de casillas, etcétera, consensuando las reglas y fijando por escrito las instrucciones.
· Tomar como referencia algunos formatos televisivos en los que se plantea resolver pruebas por niveles o hacer demostración de sus habilidades respecto de un tema.
Las posibilidades son muchas, pero en términos generales:
- Con los más pequeños funciona crear un hilo conductor de superación de pruebas liderado por un personaje ficticio que responda a unas características asociadas al tema que se quiera trabajar.
- Los más mayores prefieren dinámicas en las que ellos mismos se conviertan en guías de su propia aventura y protagonistas de las acciones.