Sobre el préstamo bibliotecario de Kindle

Cómo prestar un lector Kindle en una biblioteca es una pregunta que se plantean muchos bibliotecarios a la hora de introducir estos dispositivos en sus centros. Patrick Berry, encargado de los desarrollos tecnológicos de la California State University, en Chico, cuenta en el blog code4lib su experiencia con este tipo de lectores, además de ofrecer algunos consejos.

Patrick Berry, desarrollador de páginas web y en la actualidad encargado de la parte tecnológica de la biblioteca en la California State University, señala entre otras consideraciones que aunque en un principio prestar Kindle en una biblioteca pueda parecer una tarea sencilla, es conveniente conocer los problemas técnicos que pueden surgir. También es importante ser consciente de que este dispositivo fue concebido para un uso personal, por lo que darle un uso institucional supone todo un reto.

En primer lugar, Patrick Berry recomienda la creación de un registro, independientemente de la cantidad que se quiera adquirir, con la información de cada lector: listado, hoja de cálculo, base de datos actualizada con el nombre del dispositivo, número de serie y dirección MAC. Éste deberá estar a disposición de todas aquellas personas que se encarguen de su manejo.

 

 

 

Por lo que respecta a la administración de la colección, conviene recordar que será necesario crear y mantener una biblioteca para cada dispositivo, por lo que Berry recomienda utilizar Calibre, que define como un iTunes de código abierto para libros electrónicos. Este puede administrar todos los archivos y sincronizarlos a dispositivos como Kindle. En caso de que haya más de una persona encargada de su gestión, es recomendable crear todas las bibliotecas de Calibre en un servidor de archivos al que tengan acceso todas ellas desde su escritorio.

La descarga, administración y adquisición de los materiales pueden ser tareas tediosas o incluso molestas, pero siguiendo los pasos que Berry ofrece en su artículo es posible crear un sistema en el que cualquiera pueda llevarlas a cabo. Lo único que hay que tener en cuenta es simplemente asegurarse de sincronizar la biblioteca correcta con el dispositivo correspondiente, de lo contrario no se podrá leer el contenido.

Como se apunta al principio de este artículo, Kindle fue diseñado para su uso personal, ni siquiera se contempló la posibilidad de un uso familiar, y tampoco puede prestarse. No es posible restringir el acceso a la Red ni a las compras, el único mecanismo de protección con el que cuenta es una simple contraseña de acceso. Por ello, como advierte Berry, todos los dispositivos deben darse de baja antes de que salgan de la biblioteca.

El sistema de préstamo que se utiliza en esta biblioteca de California es bastante sencillo. Cualquier usuario puede reservar un dispositivo Kindle desde la página web o bien solicitarlo directamente en la biblioteca. Cada Kindle cuenta con un código de barras en la parte delantera, junto con una etiqueta en la que figura el nombre para su identificación visual. Todos están provistos de un cargador y dos tarjetas, una con las “reglas de uso” y otra con trucos para una navegación más rápida. Todos deben comprobarse en el mostrador principal de la biblioteca por la persona encargada, que les aplica una cuota de devolución en caso de mal estado o avería.

En definitiva y en opinión de Berry, la gestión de este tipo de dispositivos, independientemente de la cantidad, no es sencilla. Los costos de inicio, en términos de creación de bibliotecas, son altos y su mantenimiento y actualización de fondos no son una nimiedad. A pesar de ello, también cree que es posible. Todo dependerá de si existe una auténtica necesidad de prestar Kindle en la biblioteca.
 


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