La DBW finaliza ocupándose de los nuevos retos para la industria editorial
La conferencia Digital Book World 2012 finalizó con las espadas en alto en relación a temas que preocupan a los editores como las relaciones con sus autores –a veces distantes o tensas–, la necesidad de crear nuevos canales de venta para los contenidos digitales, los esfuerzos para resolver el conflicto entre bibliotecas y editores sobre el préstamo de libros electrónicos y otros puntos estrella de este encuentro como la interacción con los consumidores y la autopublicación. 
 
El periódico Publishers Weekly ofrece una panorámica, elaborada por Calvin Reid, que puede consultarse en este enlace, en la que refleja las tendencias que marcaron este año las deliberaciones de esta conferencia anual DBW que se celebró en Nueva York del 23 al 25 de enero y que reunió a los representantes más señalados de toda la industria editorial, como puede apreciarse en el programa.
 
Editores vs. autores
 
Según Reid, toda la atención prestada en la DBW y en los medios de comunicación al tema de la autopublicación "parece estar teniendo algún impacto". En ese sentido subraya que un panel de ejecutivos de Simon & Schuster, Random House, Little, Brown, HarperCollins y Perseus, estuvo todo el tiempo entonando "mea culpas" (y ensalzando planes correctivos presentes y futuros) sobre las prácticas "paternalistas del pasado" en su trato con los autores. Hubo largas discusiones en torno a si los autores en adelante deben ser llamados "socios", "consumidores" o "clientes" en una era en la que los autores veteranos e incluso los emergentes ya tienen alternativas viables a los contratos de edición tradicionales.
 

El moderador, el agente literario Simon Lipskar, mencionó problemas como el de pedir la opinión al autor sobre el diseño de la cubierta cuando ya es demasiado tarde para hacer ningún cambio. Los editores acordaron que, lamentablemente, ese tipo de cosas suceden todo el tiempo. Michael Pietsch, de Little, Brown, opinó que los editores deben tratar a los autores como socios iguales. "Nosotros prestamos un servicio a los autores" –dijo Pietsch– cuando los panelistas afirmaron que no está claro para los autores lo que hacen los editores por ellos.
"Si los autores están confusos acerca de lo que hacemos, es necesario aclararlo" dijo Madeleine MacIntosh, de Random House.
 
Joe Mangan, de Perseus, estuvo de acuerdo con que "la comunicación es la clave".
Pietsch, por su parte, confesó que en una ocasión se sintió castigado por uno de los viejos y distinguidos autores de Little, Brown, cuando éste le dijo que publicar con ellos lo hizo sentir "como Spiderman escalando un rascacielos de cristal negro opaco".
 
Según Reid, todas estas actitudes de lavarse las manos están conduciendo a la creación de nuevos servicios dedicados a recordarle al autor qué clase de cosas pueden hacer por él los editores. Una de ellas puede verificarse con el estreno de portales en línea de los autores de las grandes casas editoriales donde ellos pueden acceder al minuto a los datos de ventas, regalías, análisis y otra información de mercado así como trabajos internos sobre su presencia en los medios o actualizaciones frecuentes sobre el proceso de edición de sus libros.
 
El contenido es la clave
 
Por otra parte, Bob Nelson, presidente del grupo digital Baker & Taylor, sostuvo que "el contenido es la clave" en un contexto tan competitivo donde los fabricantes de dispositivos como Toshiba o Dell están buscando cómo distinguir sus tabletas y ordenadores de las de otros. Junto a Tom Turvey, de Google eBooks; Sara Domville de F+W Media Inc.y Phil Ollila, jefe de contenidos de Ingram, discutieron sobre las nuevas maneras de vender libros en una era en la que disminuye la presencia de estanterías en el mercado tradicional del libro.
 
Nuevos modelos de préstamo
 
Barbara Genco, de Library Journal, que moderó el panel sobre nuevos modelos de venta a las bibliotecas, señaló que los editores "están completamente confundidos respecto de las bibliotecas y el nuevo mundo del eBook" y bromeó acerca de la percepción que los editores tienen de los bibliotecarios: "ellos muchas veces piensan que somos piratas".
 
La bibliotecaria de la Biblioteca Pública de Douglas, Monique Sendze, comunicó que esa biblioteca ha construido una plataforma digital que integra eBooks en el catálogo en línea y permite a los socios no solo pedir prestados libros electrónicos sino comprarlos, si prefieren evitar la espera. "Tres clics para comprar, no más" –dijo-. "Tratamos de facilitar el préstamo de eBooks en la biblioteca" e hizo notar que unos veinte mil socios pulsaron el botón de comprar" durante tres semanas en enero.
Sendze informó que su biblioteca cuenta con un presupuesto de 850.000 dólares "pero no encontramos suficientes libros electrónicos para comprar porque los editores no quieren vendérnoslos".
 
Steve Potash, de la plataforma OverDrive, proveedor de contenidos digitales para bibliotecas, así como Rich Freese, de Recorded Books, y Tom Mercer, de 3M Library Systems, hicieron notar que en sus catálogos también disponen de botón de comprar y estuvieron de acuerdo en que los préstamos en las bibliotecas "no socavan la venta de libros". De hecho, Potash anunció planes para agregar datos que sirvan a las bibliotecas para saber quiénes están buscando libros en las editoriales. "De esta forma –añadió– seremos capaces de conseguir que los editores se beneficien del préstamo bibliotecario".
 
Librerías
 
Los organizadores de la DBW Mike Shatzkin y el editor Michael Cader, de Lunch, clausuraron la Conferencia con una conversación en la que intervinieron Evan Schnittman, de Bloomsbury; Mark Allin, de John Wiley & Sons y Clare Peeters, del grupo Perseus.
 
Entre otros temas abordaron el "aplanamiento en su conjunto" de las ventas de eBooks en 2011 que, según Schnittman se debió a que Apple eliminó en sus aplicaciones el botón de compra de los competidores como Amazon, Barnes & Noble o Kobo o cualquiera que pretendiera vender a través de los dispositivos de Apple.
 
Asimismo señaló que mientras las ventas brutas de Bloomsbury se redujeron, las netas se incrementaron y lo atribuyó a un mejor comportamiento por parte de los libreros minoristas "que están siendo más disciplinados porque almacenan menos libros y en cambio están pidiendo mejores y vendiendo más".
 
Los panelistas también respondieron al llamado de Jim Hilt, de Barnes & Noble que en la sesión anterior había animado a las librerías en línea a que compartieran datos sobre los hábitos de compra de sus clientes con el resto de la industria.
 
"Esto ya lo he oído antes", dijo Peeters, quien estuvo de acuerdo con el resto de los participantes en elogiar el esfuerzo. Sin embargo señaló que una cosa es contar con los datos y otra qué hacer con ellos.
 
También hubo una tímida respuesta a la presentación de Russ Grandinetti, de Amazon, en defensa de que su controvertido programa de préstamo a través de Kindle es un "muestreo" que ayuda a vender libros. Peeters aseguró que ellos también hacen muestreo con las series aunque preguntó si eso mismo podría funcionar para el resto de libros.
 
Schnittman se refirió a su empeño en fomentar el asociacionismo en el sector así como para ofrecer simultáneamente a los consumidores la posibilidad de comprar la versión impresa y la electrónica de los libros. Subrayó que ha hecho muchos esfuerzos para llegar a un acuerdo con los libreros, pero en lugar de responder sobre cuáles son esos esfuerzos, ofreció una sonrisa y dejó la pregunta en el aire puesto que –como concluye Reid– la conferencia DBW este año llegó a su fin.
 
 

  

 

 

 


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