Desventuras de Kerry Wilkinson en el mundo de la edición

El joven novelista británico Kerry Wilkinson reflexiona acerca de su experiencia con la industria editorial a raíz de haber firmado un contrato con la editorial Pan MacMillan, y señala los motivos de la pobre opinión que tiene acerca de los agentes editoriales en el blog FutureBook.

Según sus propias palabras los agentes literarios son “groseros, condescendientes y agresivos”, y declara que cuando se acercaron a él, casi ninguno sabía nada acerca de su trayectoria literaria, excepto que había llegado al número uno y que había vendido una gran cantidad de copias.

Kerry Wilkinson es un autor independiente del Reino Unido que en el último trimestre de 2011 fue número uno en ventas en la tienda Kindle de Amazon, después de que publicara su primera novela de forma independiente utilizando la plataforma Kindle Direct Publishing (KDP), el servicio de autopublicación de Kindle.

Basándose en su experiencia personal con los agentes editoriales, afirma que casi ninguno estaba interesado en él personalmente, sino que solo les importaba el hecho de que podría ser capaz de hacerles ganar dinero. Wilkinson lamenta la poca atención que los agentes editoriales prestan a su propia industria.

Otro de los aspectos que denuncia Wilkinson en su alegato contra la figura del agente es su incompetencia. Y como ejemplo comenta sucesivos casos de agentes literarios que han equivocado el título de sus libros, su nombre o el género literario que cultiva. Por eso aconseja a otros escritores que hayan empezado a recibir llamadas de agentes, que primero se aseguren de que estos hayan leído sus libros, o al menos, una muestra de ellos, para tener la total certeza de que saben lo que hacen, de que les van a respaldar y de que no solo se quieren aprovechar de su éxito.

A pesar de todo ello, el autor advierte que también hay otros muchos casos de agentes competentes y comprometidos, como evidencia su propia experiencia personal con el suyo. Wilkinson considera, a pesar de las críticas vertidas, que son muchos los beneficios que le puede reportar a un autor tener un agente editorial, como por ejemplo promocionarle en mercados internacionales donde por sí mismo sería incapaz de hacerlo.

Wilkinson señala que un autor puede autoeditarse fácilmente a través iTunes o Kindle Direct Publishing (KDP), pero no le resultará tan fácil encontrar el modo de vender los derechos de traducción en mercados de todo el mundo, por ejemplo. En su caso, y al ser traducido a varios idiomas, el escritor advierte que su agente le ha permitido ganar dinero mientras trabajaba en otros asuntos. Y todo ello sin haberle tenido que pagar nada por los ingresos recibidos de sus obras autoeditadas. Para Wilkinson es fundamental la relación de respeto mutuo que se ha establecido entre él y su agente.

Otro de los asuntos que aborda el autor es el de las estrategias editoriales en la nueva era digital. A su juicio, hay muchos editores comprometidos en publicar el mejor producto posible, pero que no saben cuál es la mejor estrategia que deben adoptar en esta nueva industria digital. En su opinión, la industria se apropiará del tipo de métodos que utilizan autores como él, y los adaptará a sus propios modelos de negocio. Pero para que esto funcione, advierte de la importancia de entablar contactos directos con los lectores y no solo con los profesionales de la industria editorial.

A propósito de esto, Wilkinson pone como ejemplo el caso de Amazon y las quejas surgidas a propósito de su modelo de negocio. Para él estas críticas no tienen razón de ser ya que Amazon es realmente bueno en el desarrollo de su trabajo y, sobre todo, los que trabajan en esta plataforma, saben lo que los lectores quieren. Así, el autor destaca el caso de la relación calidad-precio y destaca el hecho de que los lectores han podido comprar sus tres libros por el precio de seis dólares. El autor estima que sus libros no son productos perfectos al no haberse beneficiado del proceso de edición profesional, pero advierte que la intervención de profesionales en la edición de un libro electrónico tampoco garantiza calidad, a pesar de su mayor cuantía económica. En otro sentido, Wilkinson menciona también el caso de las descargas gratuitas de libros, que parecen apoyar la idea de que las obras de esos autores no tienen ningún valor. Para él, al cabo, el valor funciona en ambos sentidos.

Considera Wilkinson que las obras autoeditadas siguen siendo a menudo criticadas y consideradas como “publicaciones de vanidad”. Su caso sería particularmente diferente pues cuenta con una dilatada trayectoria profesional fuera de la autoedición. Y aludiendo a esto, el autor afirma de forma sarcástica que en todo caso, su nuevo contrato editorial será su proyecto de vanidad profesional, ya que le ayudará a publicar libros de más calidad.

 


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