Existen dos sistemas de distribución en el mundo editorial: el de venta al por mayor y el modelo agencia. En un artículo aparecido en Monday Note, su fundador, Frédéric Filloux, cree que tal y como se encuentra el mercado actualmente, las editoriales tradicionales están viviendo una transición en la que un modelo como el de venta al por mayor no les favorece en absoluto.
En este modelo al por mayor, el editor vende sus productos a un distribuidor por un precio fijo y este es libre de elegir el precio final que se marcará al público. Por el contrario, en el modelo agencia son los editores los que fijan el precio de venta y el distribuidor obtiene una cuota del treinta por ciento, o menos.
Aunque un gigante como Amazon prefiere el modelo al por mayor, en ocasiones no ha tenido más remedio que hacer concesiones, muy a su pesar, para poder entrar en el mercado. Este fue el caso, explica Frédéric Filloux, de cuando tuvo que ceder a regañadientes ante las demandas de los editores europeos, que preferían el modelo agencia.

En lo referente a la venta de periódicos y libros, el modelo al por mayor tampoco favorece al editor, precisa también Frédéric Filloux en su artículo. El objetivo principal de este modelo es servir a la estrategia global del minorista. Si Amazon quiere fortalecer su mercado de distribución electrónica y aumentar las ventas de su línea de productos Kindle, el precio del producto primario pasa a ser secundario: el tirar los precios de los eBooks que más se vendan a fin de estimular la venta de otros productos es una estrategia en interés de la compañía; al igual que aumentar las ventas de los productos que cuentan con un alto margen, mediante su motor de recomendación. En la implementación de estas estrategias de mercado el gigante editorial es de los mejores, según Frédéric Filloux.
Esta situación, continúa el analista, hace que el modelo al por mayor sea deflacionario: “Una vez que se han adquirido los derechos, el minorista es libre de bajar su margen como estime conveniente, incluso de llegar a índices negativos”. Esto tiene como efecto secundario, matiza Filloux, que los consumidores se acostumbren a los precios bajos, e ignoren que estos pueden o no reflejar el verdadero valor de la obra en cuestión.
Filloux también opina que el precio lo debe fijar la persona que crea el producto. El sector editorial está pasando por una transición dolorosa, continúa: "por un lado necesita dar una respuesta a esos consumidores que quieren un catálogo extenso de libros electrónicos a buenos precios y por otro existe un estancamiento todavía muy fuerte en el mercado del libro impreso".
Para abordar con éxito esta transición, según considera Filloux, los editores tradicionales están mal equipados y se encuentran compitiendo con los jugadores del mundo digital, los cuales son más ágiles, disponen de efectivo, datos y una buena base tecnológica.