¿Leemos más rápido en el papel que en la pantalla? Aunque no hay todavía ningún estudio sobre la comprensión de textos escritos en papel o pantalla, estudios como el de Jakob Nielsen relativos aspectos más mecánicos (como la velocidad) sugieren que leer en papel sigue siendo mucho más rápido que leer en un soporte electrónico. Según los datos que arroja este estudio, en un dispositivo iPad la velocidad de lectura se reduce un 6,2 por ciento comparada con la velocidad de la lectura en papel, y en Kindle la velocidad se reduce un 10,7 por ciento. Partiendo de este hecho, Chris Meadows reflexiona en un artículo sobre los efectos negativos de la tecnología en el gusto por la lectura entre las generaciones más jóvenes.
Meadows menciona al periodista australiano Chris Harrison, el cual se lamentaba de la baja alfabetización de la actual generación de jóvenes y que éste atribuye, al menos en parte, a los libros electrónicos, ya que un dispositivo capaz de hacer una docena de cosas diferentes supone un factor de distracción en la lectura de libros. Harrison habla en un artículo del caso de un joven candidato a un puesto de trabajo cuya carta de presentación terminaba con un emoticono. Para Harrison la generación de jóvenes de hoy lee cada vez menos y este hecho está teniendo un impacto negativo en las habilidades de escritura, en la profundidad expresiva y, como en el ejemplo que menciona, también en las perspectivas de empleo, al menos, dice él, mientras sus empleadores pertenezcan a la Generación X.

Harrison opina que es difícil que la gente lea libros sin interrupciones, por eso, las personas no leen mucho, y en su opinión, esta es la razón por la que hay menos personas alfabetizadas. Asimismo, el periodista se declara un enamorado del libro impreso y afirma que la muerte lenta del libro impreso es “el acontecimiento más triste de mi vida”.
Meadows sin embargo no opina igual, y admite que nunca ha tenido problemas para leer fuera de la pantalla, de hecho le satisface tanto leer un libro impreso como uno electrónico. Según su opinión, es demasiado pronto para echar la culpa a las pantallas de la falta de lectura. Y retoma el ejemplo del solicitante de empleo para hacer una reflexión sobre la lectura. Según él, este joven seguramente aprendió a utilizar los emoticones en una comunicación basada en texto a través de Internet, y “¿cómo se absorbe la comunicación basada en texto?”, interpela el autor. La respuesta es evidente: leyendo.
Sin duda, el debate sobre los efectos de la tecnología en la lectura está abierto y por ello Meadows sugiere la lectura de I Live in the Future & Here’s How It Works de Nick Milton, como ejemplo de obra que aborda las preocupaciones en torno a lo que los ordenadores y los medios en internet están haciendo en nuestras mentes.