La oposición de la mayoría de las grandes editoriales en Estados Unidos en permitir que los libros electrónicos se puedan prestar en las bibliotecas es uno de los temas que más atención y preocupación ha despertado últimamente. Mike Shatzkin, experto en el análisis del cambio digital en la industria editorial, ha publicado en su blog The Idea Logical Company un artículo en el que analiza esta situación y da una serie de consejos a los editores que se estén planteando una política especifica para el préstamo bibliotecario.
Durante el año pasado, Mike Shatzkin tuvo la ocasión de hablar con seis grandes editoriales estadounidenses sobre su posición en lo referente a las ventas de eBooks a las bibliotecas. Uno de los grandes miedos de éstas es que los compradores crean que conseguir libros electrónicos de forma gratuita en una biblioteca es tan fácil como comprárselos a los minoristas. También están preocupadas –y este experto en el sector cree que tienen motivo para ello– por la forma en la que el mercado puede cambiar con el tiempo. La mayoría de los lectores prefiere todavía leer en papel, pero como puntualiza Mike Shatzkin: “Aún no sabemos cómo será el mercado dentro de cinco o diez años cuando espero que la mayoría de la gente lea libros a través de pantallas”.

En el citado artículo se incluyen una serie de consejos en función de lo que su autor cree que actualmente son las posturas más adecuadas que cualquier gran editorial debería adoptar en lo referente a la política bibliotecaria, a saber:
- Empezar lo antes posible con lo que él denomina las cestas de los títulos (agrupar ciertos títulos) ya que de esta manera los datos de tendencias de ventas serán más fiables que si se extraen de un solo libro.
- Poner en circulación dentro de la biblioteca unos diez o veinte libros que hayan conseguido un gran éxito, y observar los resultados de venta cada semana, tanto de la versión impresa como de la digital, antes y después de que estuvieran disponibles en las bibliotecas.
- Dividir a la mitad el lote de libros que no están escritos por autores de renombre pero que ya se sabe que van a funcionar bien, y poner la mitad en las bibliotecas. Más tarde observar si se ha producido algún efecto bibliotecario, ya sea positivo o negativo.
- Dar licencias por dos o tres años en lugar de limitar el número de préstamos. Esto permitirá, señala Mike Shatzkin, que la editorial pueda en un futuro sacar sus títulos de la circulación de la biblioteca, en caso de que el mercado cambie.
- Investigar formas de que las bibliotecas puedan vender libros electrónicos a aquellos usuarios que se han topado con un título que les interesa a través de la biblioteca y por la razón que sea quieren comprarlo.
Añade Shatzkin que si bien las preocupaciones de las editoriales sobre el impacto del préstamo bibliotecario de libros electrónicos son razonables, apostar por la congelación no es útil para nadie. Incluso, apostilla, puede ser perjudicial para la venta de esos libros que las editoriales están intentando proteger. “No sé, ni los bibliotecarios tampoco –subraya Shatzkin–, cuál será el impacto del mercado si los eBooks se ponen a disposición de los compradores en las bibliotecas, pero tampoco lo saben los editores. Es hora de que todos empecemos a descubrirlo”.