Caroline Vanderlip, presidenta ejecutiva de SharedBook, plataforma de edición de libros personalizados, considera que la mejor forma para poder modificar de forma significativa e inmediata los precios de los libros de texto es la de facilitar la fusión entre contenido tradicional y contenido libre (de acceso abierto). En un artículo para Inside Higher Ed, Vanderlip opina sobre cuáles son las mejores opciones para abaratar los costes de los libros de texto.
Vanderlip considera que el formato de los libros de texto, ya sea impreso o digital, no debe ser el único factor determinante del coste de estos ya que, en su opinión, el precio de los contenidos es mucho más importante que el formato en que esos materiales son finalmente utilizados por el estudiante.
A su entender, la mejor forma para causar un impacto significativo e inmediato sobre los precios de los libros de texto es la de facilitar la fusión de los contenidos tradicional y libre (de acceso abierto), permitiendo a los docentes incluir exactamente lo que es necesario, y liberar a los estudiantes de la costosa y rígida oferta editorial que presentan las editoriales académicas. Vanderlip sostiene que, con este modelo, los costes del "libro" se reducirían, independientemente del formato de salida.

La ejecutiva sostiene que si se tiene en cuenta la fusión de diferentes tipos de contenido a fin de obtener los mejores resultados académicos, también se deberían contemplar los métodos de acceso a ese contenido, para disgregarlo de los límites tradicionales de los libros de texto y presentarlo a los estudiantes de manera eficaz y efectiva.
Para Vanderlip, el principal beneficio de las nuevas tecnologías en la educación debe ser el de proporcionar más opciones a los docentes, y en última instancia a los estudiantes. Si un profesor puede mezclar contenido abierto (open content) con capítulos de libros de texto relevantes, artículos de revistas y noticias actuales, entonces se podría realmente ofrecer un único "libro" a los estudiantes que estaría totalmente desvinculado de la rigidez que atenaza la tradicional oferta, la de las editoriales académicas.
Vanderlip pone como ejemplo de este “modelo disgregado” del tradicional concepto de libro de texto, el trabajo que se lleva a cabo con AcademicPub, una aplicación creada por SharedBook destinada a expertos en alguna temática que deseen redactar un libro de texto en formato digital. AcademicPub permite al profesor analizar los mejores contenidos de la disciplina en cuestión, combinarlos en una presentación coherente o en un conjunto de capítulos, y entregar el producto terminado a los estudiantes en el formato que el alumno prefiera (impreso o digital).
Como conclusión, Vanderlip defiende que emprender acciones que no tengan en cuenta el coste de los contenidos no será suficiente para conseguir que los materiales que se asignan a los estudiantes sean más asequibles. Asimismo, considera que no tomar en cuenta el valor y la ubicuidad de los textos de los principales académicos, distribuidos a través de las editoriales tradicionales, tampoco rebajará el precio de los libros de texto. La conversión a digital por sí sola, afirma, tampoco va a abaratar su coste, pero el “contenido disgregado”, según su opinión, podría funcionar.