¿Ha sido solo un sueño de los editores el negocio de las apps?

Cuando el dispositivo iPad de Apple llegó a la escena en 2010, muchos editores de periódicos y revistas lo vieron como una oportunidad de volver atrás y convencer a los consumidores para pagar por su contenido en una nueva forma. El periodista Mathew Ingram opina que para muchos ese sueño ha dado paso a la cruda realidad de que las aplicaciones son, en el mejor de los casos, una medida provisional, pero no un nuevo y sensacional modelo de negocio.

En un artículo publicado en GigaOm, Ingram alude a un post de Jason Pontin, redactor y editor de la revista del Massachusetts Institute of Technology (MIT) Technology Review, donde el periodista revela por qué su revista ha decidido eliminar todas sus aplicaciones. Los motivos que han llevado a tal decisión se basan en que los beneficios no superan a los gastos, hecho que se aplica tanto a la experiencia de los lectores como a la de los editores.

En opinión de Mathew Ingram esta es una lección que deberían considerar otros productores de contenido. El periodista sostiene que el dispositivo iPad, y la economía de contenidos que Apple creó junto a él, era atractivo para muchos editores porque estos creían que con estos dispositivos podrían superar al hecho de no cobrar por sus contenidos digitales. Ingram afirma que esta parecía la solución perfecta: un dispositivo que imitaba la experiencia de leer revistas o periódicos en formato digital, con Apple gestionando el molesto proceso que conllevan todos los detalles relativos al pago.

Por otra parte, Jason Pontin señala en su artículo que con las aplicaciones, los editores pensaban que por ofrecer un producto único, diferente y similar a un periódico o revista, podían cobrar a los lectores por las ventas de un solo ejemplar y por las suscripciones, y de esta forma reeducar al público sobre el hecho de que las publicaciones son productos por los que tienen que pagar.

Pero según advierte Ingram, esta idea se esfumó pronto. Por un lado, porque Apple exigía su habitual treinta por ciento de comisión sobre las ventas de suscripción, y cambió las reglas para hacer más difícil a los editores sortear esta barrera. Por otro lado, las limitaciones tecnológicas que intervienen en la reproducción del contenido en un dispositivo iPad, se añaden a los costes y hacen que las aplicaciones resulten menos atractivas para algunos usuarios.

En opinión de Ingram, las aplicaciones no encajan con la forma en que funciona el contenido en línea. A su parecer, Pontin tiene razón al considerar que muchas de estas cuestiones técnicas o estructurales no constituyen el mayor problema para las aplicaciones de contenido. El gran escollo, afirma el periodista, es que las aplicaciones son espacios protegidos por el diseño. La mayoría permiten compartir artículos a través de redes sociales, pero no contienen enlaces, y en la mayoría de los casos tampoco incluyen comentarios. Y eso, según Ingram, no encaja con la forma en que se consume el contenido hoy en día, especialmente en el supuesto de que los usuarios descarguen una sola aplicación o se suscriban a un solo proveedor en lugar de utilizar aplicaciones como Flipboard y Zite.

Por su parte, Jason Pontin señala que un reciente estudio de la empresa The Nielsen Company concluyó que, aunque un 33 por ciento de los usuarios de tabletas y teléfonos inteligentes habían descargado aplicaciones de lectura de noticias, sólo el 19 por ciento de los encuestados había pagado realmente por ellas. En opinión de Pontin “el pago por las costosas aplicaciones desarrolladas por los editores ha muerto”.

A su vez, Mathew Ingram se pregunta si Pontin tiene razón y si realmente las aplicaciones dedicadas a revistas o periódicos han muerto. El editor revela una dualidad de respuestas en el sector: algunos editores no están de acuerdo, mientras que otros están aumentando sus apuestas por el ecosistema iPad. Pero al mismo tiempo, afirma, parece que hay un creciente interés por el modelo adoptado por el periódico Financial Times, que utiliza el lenguaje HTML5 para reproducir el aspecto de una aplicación. El periodista sostiene que este enfoque no sólo es más barato en muchos casos, sino que también va a permitir al editor acabar con el treinta por ciento de comisión de Apple. Asimismo, Ingram cree que a largo plazo, este modelo podría ser mucho más beneficioso para los productores de contenidos que el que Apple ha estado vendiendo.


 


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