La cuestión de la forma en la edición digital

La tendencia evolutiva en la edición digital es intrínsecamente opuesta al legado de los libros impresos, según Peter Brantley, director del Bookserver Project en Internet Archive, quien expone estos argumentos en un artículo publicado en Publishers Weekly. Brantley indaga sobre las diferencias que existen en el proceso creativo de un libro impreso y otro electrónico y sostiene que el proceso de la industria digital conduce indefectiblemente a la diversidad y no a la contención.

El autor señala que un libro impreso es una creación física y que, en su gestación tradicional, considerado como contenedor de hojas de papel, este encontró su expresión en diferentes formas y tamaños y contó con extraordinarios diseños creativos. Sin embargo, el autor advierte que con el paso del tiempo los libros quedaron sujetos inexorablemente a la racionalización industrial. Brantley revela que después de la Segunda Guerra Mundial, los libros tomaron un conjunto de formas cada vez más restringido y tamaños específicos, con el objetivo de introducirlos en el mercado de masas, aunque con mínimas variaciones en el gramaje de papel, el color, o la longitud del manuscrito.

Asimismo, el autor constata que los diseñadores buscaron expresarse en temas tan limitados y esenciales como la elección del tipo de fuente tipográfica o las cubiertas de las obras. Brantley sostiene que los libros impresos se ajustaban inexorablemente a un conjunto fijo de estilos porque esto era más barato y más práctico para los productores, los distribuidores y, en menor medida, para los consumidores. Y como la mayoría de objetos físicos, afirma, los libros tendieron a estandarizarse.

Sin embargo, Brantley defiende la idea de que este no es el camino que seguirán las creaciones digitales a largo plazo. Aunque declara que se pueden establecer importantes y nuevas formas de arte, en su opinión “nuestra capacidad para traducir aquellas formas establecidas para los libros impresos a otras, solo estará limitada por nuestra habilidad para integrar nuestro entorno mecanizado en nuestra vida cotidiana”.

A su juicio, la figura del autor se está transformando en la de un programador encubierto, y afirma que “nuestras expresiones artísticas están obligadas a ampliarse y no se vuelven más eficientes, sino más diversas en su forma”. En muchos aspectos, sostiene Brantley, la tendencia evolutiva en la edición digital es intrínsecamente opuesta al legado de los libros impresos, y el proceso de la industria digital, según su opinión, conduce a la diversidad y no a la contención.

Para Peter Brantley este hecho tiene implicaciones profundas, y una de ellas es que se va a disponer de una “paleta más amplia en la cual poder pintar, compartir y experimentar las historias que contamos sobre el mundo y nuestras vidas”.

Según el autor, esto significa que los editores tienen que empezar a no conformarse con una simple conversión de los flujos de trabajo de impresión en flujos de trabajo digitales.

Como conclusión, Brantley declara que “estamos forjando un mundo donde los humanos y los equipos en red interactúan de manera más consciente, aprendiendo unos de otros en un conocimiento mutuo”. Asimismo proclama que “la naturaleza intrínseca de un proceso de trabajo creativo, o dicho de otro modo, la persona que lo lleva a cabo, y la manera de realizar este trabajo, está a punto de transformarse".


 


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