Hay quien opina en el mundo editorial que las apps (aplicaciones) son la mejor manera de hacer dinero, mientras que otros las consideran un delirio colectivo que supone un fracaso demasiado caro. Para el editor de Wired, Howard Mittman, no sólo resultan muy rentables sino que las ve como una magnifica forma de promocionar una publicación entre los suscriptores. Jeff John Roberts analiza en un artículo en The PaidContent cuáles son las claves para que unas editoriales las consideren herramientas muy útiles, mientras que otras han fracasado en su intento de incorporarlas.
En una posición distinta se declara Jason Pontin, autor de un artículo editado en Technology Review -una publicación del MIT- titulado Why Publishers Don´t Like Apps [Por qué a los editores no les gustan las apps] en el que se queja del elevado coste que implica el desarrollo de estas herramientas, la dificultad que supone cuantificar los suscriptores e incluso llega a definirlas como un experiencia “antinatural” para los lectores.
En el artículo también hace especial referencia en el hecho de que Apple se quedase con un treinta por ciento de las ventas, un margen, que según Pontin, supera el de las propias editoriales. En su opinión, descartaría la utilización de las apps y en su lugar adoptaría la tecnología HTML5, ya empelada por The Financial Times, con el fin de proporcionar una experiencia multimedia sencilla para el lector.

Howard Mittman, por su parte, cree que el lenguaje HTML5 acabará siendo una parte de una experiencia mayor en la que la aplicación será el escaparate o la puerta de enlace a través de la cual los lectores tendrán interacciones más profundas con las editoriales.
Es posible que los editores tengan que esforzarse más para hacer que las apps funcionen, opina el periodista, pero también cree que existen una serie de factores que hacen de Wired algo único. Por un lado, continúa, está el hecho de que esta publicación cuente entre sus suscriptores con lectores tecnológicos y por otro, hay que añadir el apoyo corporativo y editorial que ha posibilitado la configuración de un equipo que lleva más tiempo desarrollando aplicaciones que nadie.
La prueba final para las apps, señala Roberts, estará por supuesto en los ingresos. Con una tarifa de algo más de quince euros al año, Wired gana aproximadamente ochocientos mil euros con sus suscriptores digitales. Y aunque estas cifras no hacen temblar los pilares de la Tierra, señala el periodista, son lo suficientemente grandes como para pronosticar que Condé Nast, socio de Wired, se mantendrá en este “juego de las apps” durante mucho tiempo.