La creación de la Biblioteca Digital Publica de los Estados Unidos (DPLA), en su intento por ser una biblioteca electrónica universal que ofrezca acceso a gran parte del conocimiento humano, se ha topado con un gran problema: los derechos de autor. Chris Meadows, habitual colaborador de Teleread, rescata y comenta un artículo de Nicholas Carr aparecido en la publicación Technology Review del MIT, en el que realiza un análisis profundo de este proyecto.
Todavía no está muy claro, explica Meadows, cómo funcionará esta biblioteca digital. No se sabe hasta qué punto proporcionará información por sí misma en lugar de redirigir a materiales alojados en los ordenadores de otros centros. Es decir, continúa Meadows, no está claro si pondrá los materiales a disposición del público directamente o sólo proporcionará servicios de fondo a otras organizaciones.
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Pero el gran problema al que se enfrenta la DPLA puede ser, según Chris Meadows, el mismo al que se enfrenta Google Books, es decir el copyright o los derechos de autor. Aunque el estatus de esta organización sin fines de lucro puede abrirle ciertas puertas, explica Meadows, no tiene carta blanca para ofrecer obras que estén todavía bajo los derechos de propiedad intelectual, Como explica Nicholas Carr en el artículo, “los cambios que se han realizado en las leyes de derechos de autor ponen severas limitaciones en cualquier intento de analizar, almacenar y dar acceso en línea a libros publicados durante los últimos cien años.
Por otro lado -continúa- la eliminación del requisito de registro implica que millones de los libros denominados huérfanos -aquellos cuyos titulares de los derechos de autor son desconocidos o no se pueden encontrar- ahora estén fuera del alcance de las bibliotecas en línea”. Carr cree en la importancia de los derechos de autor para asegurar que tanto los escritores como los artistas tengan los medios necesarios para crear sus obras, pero también admite que en la situación actual las restricciones son tan amplias que se han convertido en un obstáculo para la creatividad en sí misma.
Otras voces alertan también de este peligro, como la de David K. Leine, un economista de la Universidad de Washington en la ciudad estadounidense de San Luis y coautor del libro Against Intellectual Monopoly [Contra el Monopolio de las Ideas], ha comentado que la gente no crea nuevos productos por el miedo a acabar en litigios por los derechos de autor.
Las restricciones podrían afectar también, comenta Meadows, a muchas bibliotecas que compran o autorizan los metadatos de proveedores comerciales, y que no extreman un seguimiento por saber de dónde vienen estos datos.
Para concluir, este periodista no tiene esperanza de que aparezcan en breve leyes nuevas y positivas en relación con la regulación de los derechos de autor, pues cree que existe una presión muy poderosa desde sectores a los que les interesa que todo siga igual, incluso confiesa que le sorprendería si alguna vez todo este se invirtiese. A pesar de ello, Chris Meadows cree que es interesante una alternativa a Google Books, incluso aunque de momento haya más preguntas que respuestas en entorno a este servicio.