Las bibliotecas públicas necesitan una estrategia distinta sobre el eBook

Pat Losinski, director ejecutivo de la Columbus Metropolitan Library (CML), ha publicado en The Digital Shift un artículo en el que expone la emergente necesidad de un cambio en las estrategias de las bibliotecas públicas en lo que a libros electrónicos se refiere. En él advierte de que si no se llevan a cabo movimientos rápidos, la división tecnológica a la que se han enfrentado las bibliotecas públicas durante los últimos veinte años será una “causa” menor comaparada con la brecha de contenido existente y que va en aumento.

En primer lugar, Losinski aplaude la visión que tuvo OverDrive de que los libros electrónicos penetrarían y ganarían una posición importante en el mercado de las bibliotecas públicas, pero también señala el hecho de que en estos momentos las BP están sometidas a un monopolio virtual en el que un único proveedor-agregador dicta las reglas.

Más adelante profundiza en el asunto de que las grandes editoriales se nieguen a vender contenido digital a las bibliotecas, cuya consecuencia es que se produzca una diferencia considerable entre sus usuarios. Por un lado, aquellos que viven en vecindarios bien acomodados, con acceso a banda ancha, numerosos dispositivos electrónicos y una tarjeta de crédito con la que adquirir los contenidos que deseen. Y por otro, aquellos que tienen menos ingresos, que viven en barrios más desfavorecidos y que corren el riesgo de no poder acceder al contenido digital.

Muchas bibliotecas públicas, asegura Losinski, están dispuestas a incluir el botón de “comprar ahora” en su catálogo en línea. Quizá mucha gente puede pensar que esta medida cuenta con una gran acogida entre los editores, pero esto no es así, precisa Losinski. La razón, según el directivo, es que todavía se muestran reacios a vender sus eBooks siguiendo este modelo, el cual, sin embargo, en palabras del director de la CLM, es una “formula en la que todos ganan”. Hasta que no se llegue a un acuerdo, continúa, el modelo de veintiséis días de HarperCollins puede terminar siendo la mejor opción para preservar la economía que incentive a los editores a trabajar con las bibliotecas públicas.

Un grupo de especialistas en bibliotecas públicas se reunió recientemente en la CLM con el fin de determinar una estrategia que asegure el acceso público a todo el contenido digital. Las recomendaciones y líneas a seguir que allí surgieron prestan especial atención a cinco subcomponentes, explica Losinski:

  • La educación publica
  • La gestión
  • La investigación
  • Las iniciativas globales de distintas asociaciones
  • Las relaciones entre el editor, el autor y el proveedor.

Tras estas jornadas se llegó a la conclusión de que es necesario que las bibliotecas sigan manteniendo conversaciones –formales e informales– con los editores y que estas les aseguren a aquellos que el modelo “una copia digital-un usuario” es el que verdaderamente funciona. También es necesario que las bibliotecas dejen claro que pagan por el contenido, que se encargan de velar por el cumplimento de los derechos de autor y que desempeñan su función de “portales” nacionales de libros electrónicos en los que se apoyan los intereses comerciales de los autores y los editores.

Ninguna biblioteca pública, apunta Losinski, puede continuar con el patrón que ha surgido en los últimos años respecto de la gestión de las colecciones de materiales electrónicos. Es necesario hacer ver a los editores que las bibliotecas públicas tienen en cuenta y aplican las correspondientes leyes federales para que pueda adquirir contenido digital en beneficio de sus usuarios. Pero también se debe asegurar, señala Losinski, que la política pública de libros electrónicos esté determinada por los intereses públicos y no por los de los editores y proveedores.

Para finalizar, el director ejecutivo de la CML, confiesa entender la precaución que manifiestan sus socios editores, ya que estos últimos no quieren cometer un error como el de Napster –en el sector musical– y que esto suponga la destrucción del modelo de negocio o que desemboque en un único distribuidor dominante que se haga con el control del todo el contenido en el futuro.

Como bibliotecarios, anima Losinski, es necesario renovar el compromiso que se tiene con el público, para no perder el apoyo que los usuarios le han brindado a lo largo de su historia. De lo contrario, vaticina Losinski, las bibliotecas públicas pueden acabar siendo los próximos Blockbuster.
 


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