La aventura educativa de Travis Jonker en Michigan

Travis Jonker, bibliotecario en una escuela de primaria en el estado de Michigan y colaborador de la publicación digital especializada School Library Journal y del blog 100 Scope Notes, explica en The Digital Shift su experiencia a la hora de poner en marcha un programa de préstamo de dispositivos y libros electrónicos en su biblioteca.

Todo empezó, explica el bibliotecario, cuando él y una compañera de Secundaria decidieron presentar un programa de préstamos de lectores electrónicos, para poder conseguir una subvención con fines tecnológicos. Ambos tenían claro que si conseguían sacar adelante el proyecto, todos los estudiantes podrían tener acceso a dispositivos digitales de lectura –especialmente aquellos que de otra manera no hubieran contado con esa posibilidad–, además de generar un mayor entusiasmo por la lectura y beneficiar a todos aquellos estudiantes que cuentan con algún tipo de discapacidad visual.

En primer lugar, antes de poner en marcha el programa y después de tener en cuenta las limitaciones del dispositivo, su coste y su utilización, eligieron a alumnos de entre once y doce años, además de estudiantes de Secundaria.

Por lo que respecta al precio de los lectores electrónicos, Jonker está prácticamente convencido de que llegará un momento en que los eReaders serán gratuitos o de que su precio será muy bajo. “Hay gente que se pregunta si Kindle será gratuito en un futuro próximo. Durante mucho tiempo –añade– Nook fue gratuito con el pago de la suscripción digital al The New York Times”.

 

Pero lo que Travis Jonker considera imprescindible comprobar antes de presentar el presupuesto es:

  • El tipo de garantía que ofrece la compañía a la que se le van a comprar los lectores.
  • Conseguir carcasas rígidas y resistentes para proteger los dispositivos.
  • Tener adaptadores USB en caso de que el eReader no permita cargar desde una toma de corriente estándar.

Antes de poner los dispositivos de lectura en circulación, el bibliotecario recomienda activar la protección de contraseñas para las descargas y a partir de ahí pensar quetipo de accesibilidad que se va a ofrecer a los alumnos.

  • En casa: en su opinión, los estudiantes deben poder llevarse los lectores a sus casas y aunque esto, confiesa, puede generar cierto miedo, la importancia de proveer el acceso a esta nueva forma de lectura debe ser prioritaria a las posibles pérdidas o daños que sufran los dispositivos.
  • Sólo en la escuela: esta es otra alternativa que se ha adoptado en algunos colegios estadounidenses debido a ciertas normas de filtrado en internet que se siguen en algunos distritos.

 

Otra cuestión a tener en cuenta y quizá una de las más importantes son los libros electrónicos. Jonker sugiere cargar los dispositivos con algunos libros para su uso en las aulas, sobre todo para las clases de Literatura. Pero aunque la elección de los títulos es importante, lo que Jonker considera más difícil es la gestión de los eBooks. “Si hay algo que haría que más bibliotecas ofrecieran el préstamo de eReaders, sería la creación de un sistema que permitiese gestionar todos los dispositivos desde una misma cuenta. En estos momentos, es algo frustrante” –dice.

Por el momento existen pocas alternativas, explica, aunque se puede crear una cuenta hasta para seis eReaders y compartir los libros en todos los dispositivos. Otra opción es la de Barnes & Noble, que ofrece un programa de administración digital, pero que para conseguirlo hay que comprar más de veinticinco dispositivos; además esta unión supondría tener que trabajar a través de esta editorial para gestionar los eBooks, algo que el bibliotecario no comparte. Por tanto, concluye, su primera acción sería la eliminación del DRM y más adelante exigir a los fabricantes de eReaders que la gestión de todos los dispositivos se haga desde una única cuenta.

En cuanto a cómo ofrecer los eBooks:

  • Es posible, sugiere Travis Jonker, cargar los dispositivos con el mismo lote de libros, lo que sería muchos más sencillo en términos de gestión.
  • También se puede ofrecer distintos títulos, algo que entrañaría una mayor dificultad de gestión, pero una mayor variedad de opciones para los lectores.
  • O por último, permitir que los estudiantes seleccionen los libros que desean leer antes de prestar el dispositivo.

Una opinión que también considera acertada es la de dar a los estudiantes la posibilidad de sacar prestados libros de la biblioteca pública a través de los dispositivos, lo que en su opinión, "reforzaría la colaboración entre las bibliotecas públicas y escolares además de dar mayor libertad a los estudiantes a la hora de elegir qué leer”.

Finalizada la experiencia, estas son algunas de sus conclusiones:

  • Para empezar, se descubrió que la demanda de préstamo de lectores electrónicos fue más alta entre los alumnos de edades comprendidas entre los once y doce años, pues los estudiantes de Secundaria ya tenían los suyos.
  • También se decidió crear una página con un How To para explicar a los alumnos cómo registrarse para hacerse con un eReader.
  • Se tomó la decisión de que en el préstamo del dispositivo no se facilitase el cargador, ya que con el préstamo de una semana la duración de la batería era suficiente.
  • Y por último, y quizá lo más importante, es que todos los objetivos que se plantearon antes de la puesta en funcionamiento de esta experiencia –accesibilidad, fomento de la lectura y ofrecer un experiencia lectora más personalizada– se habían cumplido.

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