Joseph Esposito, consultor de gestión y habitual colaborador del blog The Scholarly Kitchen, ha publicado un artículo a raiz de la unión entre Random House y Penguin, sobre las causas que llevan a las editoriales a hacerse cada vez más grandes.
Hace años, comenta este consultor, a lo largo y ancho de los Estados Unidos había infinidad de librerías independientes. Esto suponía la contratación de muchísimas personas y unos gastos añadidos por mantenimiento de los coches que empleaban estos trabajadores para realizar la distribución de los libros.
Con la llegada de los que Joseph Esposito denomina “los super-autores”, hubo que garantizar la disponibilidad de grandes sumas de dinero. Si una editorial debía adelantar un millón de dólares cuando la compañía contaba con una liquidez de unos diez, la situación era poco más o menos que inviable. Por el contrario, para una editorial valorada en cien millones de dólares, este desembolso suponía hacer negocio. De esta manera, aquellas empresas que no podían pagar estas sumas de dinero fueron borradas del mapa por las grandes compañías editoriales.

Por tanto, las causas de estos procesos de fusión editorial, apunta Esposito, son muchas y variadas, como mantener un único departamento de contabilidad bien consolidado, ya que resulta más barato que trabajar con dos independientes; tener que compensar a otros protagonistas dentro de la cadena de valor; contar con recursos suficientes para poner en el mercado el producto en todas partes y de la manera más satisfactoria posible, etcétera.
Con la fusión de Pearson y Bertelsmann, la compañía da respuesta a la creciente globalización del mercado de los libros electrónicos, para aumentar las posibilidades de llegar directamente a las necesidades del consumidor y de crear nuevas áreas de actividad de los eBooks. Aunque estos argumentos a Esposito le parecen débiles porque no justifican del todo estos procesos de fusión, ya que según él si el contacto directo con el consumidor es una idea tan fabulosa, por qué es necesario ser el más grande dentro del mundo editorial para hacerlo.
Esposito plantea también que en el mundo de la edición impresa, los editores pagan por regla general un veintiocho por ciento de sus ingresos netos por las ediciones en tapa dura y la mitad por la edición de bolsillo. En cuanto a los libros electrónicos, estos pagan un veinticinco por ciento. Los autores empiezan a generar presión con el propósito de llegar al cincuenta por ciento, algo que aumentaría dramáticamente el costo de las editoriales. Esta asociación de Pearson y Bertelsmann, comenta el consultor, supone adquirir una posición de liderazgo en la industria que incluso llevaría a otros editores a decir: “Si Penguin Random House no paga el cincuenta por ciento, por qué deberíamos hacerlo nosotros”.
La editoriales especializadas en textos académicos tampoco están exentas de este afán de “gigantismo”, añade Esposito. Las publicaciones profesionales siempre han seguido dócilmente el comercio, pero la aparición de los agregadores de libros como ebrary, Project Muse, EBL etcétera, son un elemento nuevo en este juego. “La lucha por la cuota de mercado es lo importante, y tienes que ser grande para comercializar a lo grande” -dice. Los beneficios de muchas de estas plataformas, explica el analista, son mayores cuanto más crecen.
Lo que en un principio son entidades más bien pequeñas, se instalan en nichos en los que no es importante el tamaño, pero a medida que progresan llegan a otras zonas en las que el tamaño sí que importa. Esta es en definitiva una de las causas por la que los editores se hacen cada vez más grandes, concluye, se trata de una marea impersonal la que les empuja a ello y no la codicia.