La agente literaria Rachelle Gardner ha publicado en su blog un post en el que intenta dar ciertas pautas a sus colegas de trabajo cuando se enfrentan ante la duda que tienen muchos autores de si seguir los cauces de la edición tradicional o lanzarse por las nuevas sendas de la autoedición.
En su trabajo diario con editores y escritores, la agente literaria comenta que una de las dudas más recurrentes que le surgen a los escritores es cómo se puede ganar más dinero con su próximo libro, y es cuando se plantean la disyuntiva de si a través de una editorial tradicional o autoeditando la obra.
En sus años de experiencia, Gardner ha podido comprobar cómo es prácticamente imposible predecir cuánto dinero puede ganar un escritor con su eBook a menos que ya haya publicado otros. Pero aún así, hay muchos escritores que ante el supuesto de que un agente se disponga a comercializar un título y reciban una oferta de una editorial respetable, pero el dinero que se ofrece por adelantado al autor es inferior al que éste quiere, todavía se preguntan si podrían en última instancia rechazar la oferta, coger su libro y autoeditarlo.

Rachelle Gardner opina que técnicamente es posible, a menos que el acuerdo existente entre autor y agente disponga lo contrario. Ahora bien, señala esta profesional, es importante darse cuenta de que este agente habrá invertido semanas o incluso meses desempeñando un trabajo por el que no se le va a compensar.
Cree Gardner que sería más adecuado establecer con el autor unos límites, es decir un “umbral” sobre el que negociar. Por ejemplo, en caso de que no se consiga un adelanto igual o mayor a una cantidad ya establecida de antemano por el autor y el agente, este último no firmará ningún trato. “No me merece la pena invertir tiempo de trabajo en este proyecto, porque no puedo garantizar un adelanto de al menos diez mil dólares, por lo que le devuelvo su ejemplar y usted es libre de hacer con él lo que crea más conveniente”.
Existen casos en los que los agentes dedican tiempo en iniciar la comercialización de un proyecto que más tarde no se vende, explica Rachelle Gardner. “Lo entendemos así y es un riesgo que asumimos”. Pero lo que le parece injustificado es añadir sobre su trabajo la presión de que incluso si el agente consigue vender el libro, el autor en última instancia pueda rechazar la venta y no se le pague al agente el esfuerzo invertido de antemano.
Por tanto, y con el fin de no hacer perder el tiempo a nadie, Rachelle Gardner aconseja a los autores tener de antemano las ideas bien claras en cuanto a lo que se está dispuesto o no a aceptar, y por supuesto comentárselas antes a su agente.