Tendencias en presupuesto para materiales y circulación en las bibliotecas de EEUU

Han pasado quince años desde que Library Journal publicara su primer estudio sobre la compra de libros en bibliotecas públicas de los Estados Unidos. Este año su investigación se ha centrado en exclusiva en la distribución de los presupuestos y en las tendencias en circulación de los materiales. Barbara Hoffert presenta los resultados más importantes extraídos de esta investigación en un artículo publicado en esta revista digital. 

Aunque los presupuestos destinados a materiales se han mantenido estables en bibliotecas que atiende a una población menor de diez mil habitantes, en poblaciones con más de quinientos mil, han caído sustancialmente. Lo que resulta curioso, comenta la editora, es que aunque los destinados a la compra de libros han caído, en la literatura de ficción para adultos han aumentado. Así por ejemplo, en 2013 este género se hizo con el cuarenta y cinco por ciento del presupuesto y la cifra ha ido en aumento desde entonces.

La pregunta parece obvia, comenta Hoffert, si se ha reducido el presupuesto destinado a los libros ¿adónde ha ido a parar ese dinero? pues a libros electrónicos y a materiales audiovisuales.

Más de un ochenta y cinco por ciento de las bibliotecas encuestadas ofrecen libros electrónicos, los que se llevan un seis por ciento del presupuesto total destinado a materiales. Aquellas que se encuentran en poblaciones de entre diez mil a trescientos mil habitantes, están adoptando los libros digitales con fervor, por lo que destinan entre un treinta y cinco y un cuarenta y cinco por ciento.

Por lo que respeta a la circulación, este estudio certifica que fue mayor en bibliotecas situadas en zonas rurales y menor en aquellas que se encuentran en barrios. Los libros que más se prestaron son los destinados a público adulto con algo más del cincuenta por ciento, seguidos de los libros para niños con un treinta y ocho por ciento.

En cuanto a los géneros, continúa Hoffert, la ficción sigue siendo la gran estrella con un sesenta y cinco por ciento. En cuanto a los libros de no ficción, los préstamos se mantienen bastante estables, siendo los de cocina los que dominan las preferencias de los usuarios de todas las bibliotecas, a los que les siguen los de salud y medicina, los de bricolage y los de artesanía.

Los ebooks sólo han conseguido un tres por ciento de la circulación total, pero esta cifra hay que analizarla con cuidado, avisa esta especialista. Las bibliotecas encuestadas que se encuentran en zonas más habitadas confirmaron que la circulación de estos materiales se había disparado en casi un cuarenta y ocho por ciento, y las más pequeñas vieron un aumento de algo más del dieciséis por ciento de media.

Por lo tanto, Hoffert se cuestiona si los ebooks ayudarán a aumentar la circulación en las bibliotecas públicas. Una de cada cinco bibliotecas encuestadas ha visto que la circulación ha disminuido a pesar de aumentar los periodos de préstamo y haber mejorado los servicios en bibliotecas escolares. Mary Cronin, de la Madison Library, hizo un comentario que comparten muchos de sus colegas: “Aquellos usuarios que tienen su dispositivo de lectura, prefieren comprar el contenido que tomarlo prestado de una biblioteca”.

Los libros autoeditados también fueron analizados en el estudio. Un sesenta por ciento de las bibliotecas encuestadas dijo que compraban estos libros en su versión impresa y aquellas que todavía no los habían comprado comentaron que esperan poder hacerlo el próximo año. Los géneros de libros autoeditados más populares son los pertenecientes a escritores locales y aquellos relacionados con la historia de la comunidad.

Cuando se les preguntó sobre si creen que su labor va más encaminada a la promoción que al desarrollo de las colecciones, algunas creen que aunque la primera se está poniendo en marcha, el desarrollo de las colecciones sigue siendo algo vital para la población. Otras por su parte, ven la promoción como una parte fundamental de su trabajo. Celeste Steward, de la Alameda County Library cree que las bibliotecas tienen mucho que ganar si se centran en el arte de vender. En su opinión muchas librerías van a desaparecer, pero a la gente siempre la va a gustar buscar y hablar sobre libros, por lo que le parece emocionante el reto al que se enfrentan las bibliotecas al tener que promover la lectura sin el formato físico.
 


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