Neelie Kroes, responsable de la Comisión Europea de la Agenda Digital, ha instado a Europa a sentarse con los autores y con todas las personas implicadas en el sector editorial, para instaurar definitivamente el mercado de los libros digitales en estos países. Los impuestos, la falta de libros impresos en su versión digital y un formato unificado son algunos de los problemas que ha destacado en su interpelación.
Un artículo de Dave Neal y publicado en The Inquirer recoge el convencimiento de Kroes de que son muchos los miedos que giran en torno a esta revolución digital, pero a menos que se tenga una visión de futuro, es muy posible que el sector sufra una caída estrepitosa, lo que a su vez supondría que la economía, la educación y la herencia cultural se viesen afectadas.

Si se comparan las cifras obtenidas en Europa de las ventas de libros electrónicos con las que se manejan en los Estados Unidos, solo en un país europeo se supera el dos por ciento, mientras que EE.UU. ya representan una cuarta parte del total.
Para hacer frente a esta situación Kroes sugiere tres soluciones a tener en cuenta:
- La primera de ellas gira en torno al modelo de impuestos que se dan en Europa. En la mayoría de los países que conforman el viejo continente, se aplica el IVA más alto a los libros electrónicos y el reducido a los de formato en papel. Aunque desde el 2005 se acordó que los impuestos que se aplicasen a estos productos tendrían que depender del país de destino, cree que es necesario trabajar con las librerías y elaborar ciertas indicaciones en torno a este tema.
- El segundo se centra en la necesidad de pasar lo antes posible todos los títulos que estén en papel a digital.
- Y el último se refiere a la urgencia que existe de unificar formatos. La mayoría de los lectores espera poder acceder a sus libros en cualquier país en el que esté y desde cualquier dispositivo, por lo que el EPUB podría ser una solución.
En definitiva, concluye Kroes, si los editores europeos no pueden cumplir con estas expectativas no se pueden extrañar de que los lectores decidan comprar a la grandes compañías estadounidenses que sí las cumplen.