La próxima semana comienza la Feria del Libro de Londres en la que Turquía es el país invitado. En un artículo publicado en Publishing Persperctives, Metin Celal Zeynioglu, presidente de la Asociación de Editores Turcos (TPA), habla de la situación del mercado editorial en su país y anticipa el objetivo de introducir cien libros de autores turcos en editoriales de habla inglesa.

En primer lugar, el importante aspecto al que hace referencia Zeynioglu, es al tema relacionado con la traducción en su país. Un cuarenta por ciento de los títulos que se publican provienen de obras traducidas, especialmente del inglés. De ahí que el objetivo en esta feria sea conseguir que cien libros de autores turcos sean contratados en editoriales de habla inglesa.
Bill Swainson, editor de Bloomsbury, comentó que en Turquía existen muchísimas voces y muy interesantes a pesar del dominio de las novelas de ficción comerciales. En su opinión, hay más oportunidades para que autores noveles, jóvenes editores y agentes literarios saquen adelante proyectos a pequeña o mediana escala.
La agente literaria de Lir Literary Agency, Ayser Ali, cree que la escena literaria turca en estos momentos es muy dinámica. El cliché que siempre ha definido a este país como puente entre Oriente y Occidente tiene su efecto en la escena literaria –explica– pero ahora más que nunca se está intentado superar esa imagen de la Turquía oriental que tienen la inmensa mayoría de los países.
Un aspecto en el que Zeynioglu hizo especial hincapié es en el papel del Estado en el sector editorial. Se manifiesta contrario a ciertas iniciativas estatales que afectan seria y gravemente al futuro de la edición en Turquía y bloquean la libertad de publicar allí. Muchos libros se sacan del mercado, se demanda a autores y a editores y todo bajo el auspicio de ciertas leyes a las que define como “chapadas a la antigua”.
Otra de sus preocupaciones es el hecho de que el Estado es el editor más importante en este país y tiene autoridad para determinar tanto el contenido como el precio de los libros de texto. En estos momentos el impuesto que se aplica a los libros electrónicos es de un dieciocho por ciento, pero Zeynioglu exige que se aplique un ocho por ciento, como a los que se editan en formato papel.