Exitosa cooperación comunitaria en una biblioteca de Ohio

En el estado de Ohio (EE.UU.) los recortes llegan a las bibliotecas y muchas son la que se encuentran en peligro de cerrar sus puertas. Sin embargo, la Biblioteca Publica del Condado de Holmes (HCDPL) ha decidido no rendirse y ha encontrado en el apoyo de la comunidad amish la mejor manera de mantener sus servicios.

Bill Martino es un bibliotecario que siempre estuvo familiarizado con el condado de Holmes y su comunidad amish, por lo que al enterarse de la situación por la que estaba pasando su biblioteca pública, abandonó su trabajo y se presentó al puesto de director.

En la localidad de Walnut Creek se encuentra la comunidad amish más grande del mundo y su población se encuentra dividida entre la secta anabaptista ortodoxa y los ingleses, también denominados “no-amish”. Entre los muchos retos a los que se enfrentaba Martino, estaba la de acercar los programas y los servicios de la biblioteca a su población.

La primera decisión que tomó –explica Denice Rovira Hazlett en un artículo publicado en Library Journal– fue la de incluir a un miembro amish dentro de la junta de la biblioteca. Más adelante hizo comprender a esta comunidad las necesidades de la biblioteca y comenzó a trabajar en modelos de financiación que se ajustasen a su sentido de la solidaridad y del compromiso. Uno de los primeros objetivos –continúa Hazlett– fue el de generar unas estrategias de recaudación de fondos de la comunidad para ayudar a financiar un bibliobús. De esta manera, varios restaurantes de la zona comenzaron a ser atendidos por personal de la biblioteca y de la junta, para así obtener el apoyo local y recaudar fondos.

Martino reconoce que su biblioteca nunca llegará al mismo nivel de servicios que una que se encuentra en una ciudad, pero de lo que está convencido –apunta Hazlett– es de que se pueden utilizar todos los recursos al máximo para ofrecer excelentes servicios a sus usuarios.

David, un miembro de la comunidad amish, sugirió la existencia de métodos alternativos para que los amish apoyaran a la biblioteca. Cada año realizan colectas que reportan casi un cuarto de millón de dólares a su pueblo, unos beneficios que se pueden emplear en mantener abierta su biblioteca pública. En su opinión: “Si queremos una sociedad civil, tenemos que ayudar a pagar por ello […] Hay que ser una comunidad y trabajar juntos por el bien común”.

En el pasado –concluye Martino– el concepto de biblioteca en esta parte del condado era otro, en el futuro este bibliotecario espera que se le reconozca su labor y su participación central dentro de la comunidad.


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