Muchos niños estadounidenses de familias con pocos recursos no tienen acceso a internet, ni la posibilidad de tener un dispositivo móvil, por lo que es muy difícil que puedan disfrutar de esas campañas de libros electrónicos que muchas editoriales ofrecen, aunque sea de forma gratuita. La bibliotecaria y bloguera Kelly Jensen, habla de esta situación en un artículo publicado en Book Riot.

Desde su experiencia como bibliotecaria, Jensen analiza en este artículo muchas de las campañas de marketing que han realizado no sólo grandes editoriales sino también bibliotecas públicas, como la de Nueva York, para hacer llegar libros electrónicos a niños con pocos recursos.
Cuando estos niños y adolescentes se acercan a una biblioteca pública para hacer uso de un ordenador, en la inmensa mayoría de los casos lo que verdaderamente quieren es realizar los trabajos que les han pedido en la escuela, ya que en sus casas o no tienen conexión a internet o tienen que compartir el ordenador con otros miembros de la familia.
La editorial Simon & Schuster presentó un programa de alfabetización según el cual todos los niños que consumieran una marca determinada de cereales podrían acceder a la versión digital de un libro. Aunque esta iniciativa supone un ahorro para la editorial en cuanto a gastos de impresión y distribución, Jensen no ve de qué manera esta campaña beneficiará a los niños más necesitados, si la mayoría de ellos no tienen un dispositivo móvil y ni mucho menos un eReader.
A su entender, una solución sería dar una tarjeta de la biblioteca a cada alumno y que allí puedan acceder a estos libros digitales. Pero esta bibliotecaria sabe que la mayoría de esos niños cuando acceden a un ordenador por un tiempo limitado en una biblioteca, no leen libros digitales sino que hacen las tareas de clase.
Para Jensen la solución podría ser el que las editoriales o empresas de distribución se pusieran en contacto y preguntasen a aquellos que trabajan directamente con estos niños y sus familias sobre sus necesidades. Es importante hacer llegar estos libros a los niños que más lo necesitan, pero de una manera que tenga sentido en la situación en la que se encuentran –señala. Son estas asociaciones u organizaciones las que conocen de primera mano los datos demográficos y trabajan a diario con estos grupos sociales, por lo que saben realmente lo que les es útil.