Javier Solana: la fascinación por la relectura de la Historia
El político y diplomático Javier Solana, en conversación con Antonio Sáenz de Miera, se reconoce no solo como un “muy buen lector” tanto de libros en papel como en soporte digital, que sigue fiel a su librería, sino como un relector de ensayos, historia o novela histórica, que ha necesitado para cumplir las funciones que le “ha tocado hacer en la vida”.
 
En particular se declara ferviente relector de Montaigne, y asegura que “es un tranquilizante el saber que tengo a Montaigne por la noche en caso de necesidad…”. También destaca su afición por novelas históricas, como las de Joseph Roth, que le permitieron aproximarse al contexto de la Primera Guerra Mundial, un período histórico que le parece crucial para comprender el mundo presente.
 
Francisco Javier Solana de Madariaga (Madrid,1942), ha participado en el programa Relectores,  creado por la Fundación Germán Sánchez Ruipérez, que pretende reunir experiencias de lectura y relectura de personalidades relevantes de todos los ámbitos de la sociedad.
 
Su interlocutor en esta conversación es Antonio Sáenz de Miera (Cercedilla, Madrid, 1935), doctor en Derecho y profesor de Política Social de la Universidad Complutense. En el campo profesional actuó como directivo de empresa y fue director de la Fundación Universidad-Empresa de Madrid. Ha ejercicio la presidencia del Centro Español de Fundaciones y del Club de La Haya de Fundaciones Europeas.
 
 

 
 
Transcripción de la conversación
 
ANTONIO SÁENZ DE MIERA: La última vez que te vi, hace ya algún tiempo, fue en una librería, la Librería Méndez, en la calle Mayor, y tú salías, si mal no recuerdo, con cinco o seis libros en la mano. ¿Eso quiere decir que sigues leyendo?
 
JAVIER SOLANA MADARIAGA: Sigo siendo un buen lector y sigo yendo a la librería Méndez; sigue siendo mi librero. A pesar de que las nuevas tecnologías han entrado y a pesar de que leo muchas cosas en lectores tecnológicos o lectores no en papel, sigo yendo a la librería porque es donde veo, me aconseja, me dice… tenemos algunos amigos, y mantengo ese hábito.
 
He cambiado también mucho el tipo de lectura. Ahora que estoy ya más jubilado, leo lo que me da la gana. Cuando tenía una vida más intensa, tenía que leer mucho también sobre la materia. Muchísima Historia he tenido que leer, he tenido que leer muchísima Ciencia Política, muchísimo libro de biografías de personalidades importantes, etcétera, para prepararme para las funciones que me ha tocado hacer en la vida. Pero para mí siempre ha sido un disfrute leer y soy de los que leo y subrayo, además. Me gusta leer con lápiz. Y cuando leo en un Kindle o una cosa parecida suelo subrayar también. Eso es lo que te puedo decir en términos generales. A mí hay libros que me han hecho… me han dado una fuerza enorme, me han cambiado, y otros que los he disfrutado y otros que… algunos no he sido capaz de acabarlos, pero forma parte también de la libertad del lector.
 
ASM: Hablando de libros que te han interesado, este programa se llama Relectores. ¿A qué libros has vuelto con frecuencia?
 
Yo he vuelto con frecuencia –no mucha–, pero con alguna frecuencia a algunos libros clásicos, y sobre todo he tenido que releer o buscar notas que había apuntado en libros de Ciencia Política o libros de historia o libros de las guerras más importantes que tengo que volver a leer porque me tengo que acordar cómo fue la paz después de la Primera Guerra Mundial, con los otomanos, por ejemplo, cómo se  hace esa paz, porque sin entender eso no puedes entender lo que está pasando hoy en Oriente Medio, y me gusta volverlo a leer. Y estoy leyendo ahora, lo estoy acabando, dos libros sobre ese tema. Uno sobre Los árabes, se titula … que va desde el principio pero acaba también con los acuerdos de la Primera Guerra Mundial y otro específico, sobre lo que ocurrió, sobre la gran batalla Galípolis, que es donde el Imperio otomano primero derrota a los ingleses, pero esa derrota le lleva a su fin también.
 
ASM. No te preguntaba tanto de volver a libros por necesidad, por así decirlo, sino a libros que te han dejado una huella, novelas…
 
Yo vuelvo mucho, y lo tengo en la mesilla de noche, a Montaigne. Lo miro, lo releo, lo abro por cualquier página… Lo tengo muy subrayado también y a veces sé lo que quiero leer y para mí es un tranquilizante el saber que tengo a Montaigne por la noche en caso de necesidad… Tengo menos de poesía, soy menos lector de poesía y por tanto tengo menos en la mesilla de noche… Pero se van acumulando los libros que quiero leer y no leo o que he empezado a leer y no he acabado todavía. Pero sí vuelvo a Montaigne. Seguramente es al libro que más vuelvo, es el que es más fácil de leer, lo conozco muy bien y sé encontrar lo que quiero, fundamentalmente. Sobre todo la última edición de Acantilado es estupenda.
 
ASM. ¿No ha sido la novela algo que ha ocupado un puesto importante en tus lecturas?
 
Sí, pero no tan importante como para releerlas. Tengo tres o cuatro novelas que me gustan. Tengo una inclinación por las novelas cortas. No me gustan las novelas muy largas. Hay excepciones, evidentemente. El Quijote o Guerra y paz son novelas largas. Pero yo prefiero las novelas más cortas. Una que me impresionó muchísimo es Doctor  Glas, de un autor sueco muy poco conocido que está agotado y es casi imposible de encontrar… Es una novela de unas ciento diez páginas que yo sí he releído. De novelas a las que yo he vuelto y no tanto por ser novelas sino por el tema que trataban en relación con la Historia, he sido un gran lector de Joseph Roth.
 
Creo que he leído prácticamente todo Roth, en todas las editoriales. Me acuerdo la primera, que se llamaba Sirmio, Etiqueta Negra, que luego ha ido cambiando de nombre, y ahora casi toda la obra de Roth está en Acantildo, algo en Anagrama, La leyenda del santo bebedor… pero Roth me ha gustado mucho. Me ha gustado cómo escribe, sobre lo que escribe, que es la decadencia alrededor de la Primer Guerra Mundial que para mí ha sido un tema de gran importancia políticamente y por mis obligaciones… He estado muy metido en la caída del Imperio otomano y todo lo que supuso la Primera Guerra Mundial, que al fin y al cabo para después ha sido muy importante lo que allí ocurrió. Toda la desmembración del Imperio otomano balcánico me ha tocado a mí tratar de resolverlo años después y por tanto he leído mucho de toda esa parte de la historia y Roth ha sido para mí un profesor. Me ha interesado todo lo que he leído. Está publicado en libros breves que los puedes llevar en un viaje, que puedes leerlos en cualquier sitio y me ha entusiasmado y a él he vuelto bastante.
 
Yo he vuelto a una novela preciosísima que se llama La cripta de los capuchinos, que es una novela donde narra un poco la caída del Imperio austrohúngaro a lo largo de la vida de una familia, pero también muy cortita; es una continuación de La marcha Radetzky, en más pequeño. Esta es una novela que me entusiasmó. Soy un gran fan de Joseph Roth y lo recomiendo a todo el que quiera entender Europa. Yo he aprendido más de Europa con él que con otros historiadores más importantes.
 
ASM. Se puede tener la impresión de que la lectura para ti la has buscado sobre todo para aprender por cosas que te interesaban que por puro goce, el puro goce de la lectura… Las obras de las que hablas tienen que ver en cierto modo con lo que han sido tus preocupaciones políticas y profesionales.
 
No necesariamente porque me han entusiasmado… he leído Flaubert, que no tenía nada que ver con la política ni con los acontecimientos de la historia. Pero sí es cierto que otro libro al que he vuelto es a Los Thibault [Roger Martin du Gard], que lo leí en Alianza, en cuatro volúmenes, de la edición de bolsillo, y he vuelto al primero, cuando describe a los hijos y lo que es la familia burguesa francesa, etcétera, y casi al final, cuando empieza la Segunda Guerra Mundial, el asesinato de Jaurés… Pero me han gustado estas sagas familiares. Me gustó también, de sagas familiares, Los Buddenbrook, de Mann, y alguna otra que he leído. Una bonita, que me recomendó Jorge Semprún sobre la historia de una familia en la época que va desde la revolución en el año 17 hasta la Segunda Guerra Mundial, todo  ese período, en una familia militar rusa… pero ahora mismo no me acuerdo ni del nombre.
 
Pero no soy un buen lector de novela, de Joyce. Casi me es más fácil el Joyce pre Ulyses que el Joyce pos Ulyses en el que no he encontrado el disfrute que he encontrado en el pre Ulyses.
 
ASM. Has leído mucho ¿cuándo has leído? ¿Qué momentos aprovechas para leer?
 
Yo he leído fundamentalmente por la noche. Tengo un ritmo biológico en el que por la mañana estoy muy poco vibrante y a partir de la caída de la tarde empieza mi vida más activa. Ha sido casi siempre así. Bueno, en los últimos años he vivido –como me decía alguien– como un europeo del Norte por la mañana y como un europeo del Sur por la noche, por tanto he dormido muy poco… me levantaba muy temprano. Pero para mí realmente la parte más intensa de mi día en una parte muy larga de mi vida ha sido la tarde-noche. Soy lector de noche y leo de noche. Leo en un sofá y sigo hasta que puedo y sigo leyendo en la cama hasta que me duermo. Cuando ya veo que el sueño me viene no le dejo venir del todo, me meto en la cama y sigo leyendo un poquito hasta que ya caigo dormido.
 
ASM.¿Eres un lector ordenado? Quiero decir en viajes, que habrás  hecho muchísimo.
 
Me cuesta muchísimo leer en los aviones. Leer el periódico no, leer cosas de trabajo no, pero concentrarme para leer un libro de disfrute me cuesta mucho. No sé si es la presión que hay en los aviones. Pero por ejemplo, me es más fácil escribir en los aviones que leer. No sé por qué. He escrito muchísimo en los aviones en cambio he leído muy poco en los aviones.
 
ASM.¿Cuándo empiezas a leer? ¿Cuáles son tus primeras lecturas?
 
Tampoco es que tenga muy buena memoria de lo primero que leí. Pero recuerdo Julio Verne, así por decir un nombre que suele salir en todas las conversaciones. Pero no tengo un recuerdo así de un libro de juventud sí de la primera… De la niñez recuerdo un libro de mi abuelo que se llamaba Lecciones de cosas. Mi abuelo [Ezequiel Solana] era maestro y había escrito varios libros así para niños y uno se llamaba así y te enseñaba cómo crecía el trigo y un poco de enseñanza general que disfruté mucho con él pero libros de literatura no tengo una memoria hasta más entrada la década de los diez a los veinte años. Antes no se me ha quedado nada grabado. Algún libro de Julio Verne. Pero no tengo recuerdos muy intensos de la lectura antes de los diez años.
 
ASM. Tú fuiste ministro de Cultura. Hace unos meses salió en Le Monde una encuesta en la que se preguntaba a los franceses si creían que la Administración podía hacer algo para fomentar la lectura, es decir si podía haber un cierto dirigismo en la promoción de la lectura desde la administración pública. ¿Cuál es tu experiencia al respecto de tu paso por Cultura?
 
Han pasado veintitantos años de aquello. Pero es que el mundo ha cambiado mucho y el mundo de la lectura ha cambiado mucho en ese período de tiempo. La entrada en primera línea de internet, de todas las tecnologías nuevas, etcétera, qué duda cabe de que han cambiado también la lectura, el hecho de leer, la mirada, la información… Todo eso ha cambiado bastante. Pero yo lo que sí hice fue una gran esfuerzo por las bibliotecas. Y tuvimos un plan que tuvimos mucha suerte que lo pudimos hacer, que fue dotar de una red de bibliotecas. Hicimos una inversión relativamente buena, amplia, en bibliotecas que yo no sé si tuviera que volver a hacerlo hoy si lo haría o no, porque hay otras muchas maneras hoy de azuzar o de entusiasmar por la lectura que la creación de bibliotecas públicas. Creo que a las bibliotecas públicas hoy no se va a leer, se va a prepararse a los exámenes…
 
ASM. No te creas. Chencho Arias, al que estuve aquí también entrevistando, habla con gran pasión de las bibliotecas públicas.
 
Yo también, pero no sé hoy ya si la gente más joven tiene el mismo concepto de la biblioteca pública. No lo sé.
 
ASM. Tú eres más joven que yo, pero estamos ya en una edad provecta. ¿Qué libro recomendarías a esta edad? Un libro que te ayudara a vivir, te estimulara.
 
Yo creo que se lee para disfrutar, para ser más feliz, para gozar, y yo creo que las edades pueden tener un cambio en los intereses, la novela más rápida, la novela menos rápida, la novela más moderna, menos moderna, pero al final yo creo que manteniendo la mente despierta… Tiendo a volver a los clásicos, no los he leído todos… tengo ahí un territorio infinito todavía para mí, y leo lo que me recomiendan de lo más actual. Pero me lo tienen que recomendar mucho. Como tengo buenos amigos que leen más que lo que leo yo y tengo libreros amigos, etcétera, pues ellos son los que me orientan un poco. Yo he tenido un crítico que para mí ha sido fundamental, un crítico literario que ha sido sin quererlo ser, mi maestro en muchas partes de la lectura, que ha sido José María Guelbenzu. Yo leía todas las críticas que hacía y nunca me ha llevado por mal camino, o casi nunca. Casi todo lo que me ha recomendado o lo que ha recomendado en sus escritos, en sus crónicas, en sus críticas, casi siempre me han hecho bien. Él me recomendó por ejemplo Doctor Glas, que ha sido un libro que a mí me ha impresionado.
 
ASM. El ebook, ¿lo utilizas?
 
Sí, lo utilizo porque viajo, y no tengo por qué llevarme las memorias en un libro que me ocupa en la maleta una barbaridad y me puedo llevar dos o tres libros y puedo tomar notas igual que si estuviera en papel. Yo para el viaje sí lo uso.
 
ASM. Voy a comer con mi hija Ana, a la que tú conoces, que ya mañana empieza a trabajar y le voy a regalar un libro. Esta oportunidad de que don Javier Solana me recomiende un libro para mi hija Ana no la voy a tener nunca más. ¿Qué le llevo a Ana? Es una gran lectora.
 
Ya lo sé que es. Pero no sé cuáles son los gustos, qué está leyendo… Si no ha leído algo de Joseph Roth yo le recomendaría un librito muy pequeñito que se llama El busto del emperador, tiene escasamente cien páginas y es una delicia de libro sobre el Imperio austrohúngaro. Es la historia de un busto del emperador Francisco José, bellísimo, breve ¿eh?

    


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