
De cómo los eReaders destruyen la vida amorosa, según la escritora Lisa Lewis
De un tiempo a esta parte, cada vez más personas van en los transportes públicos leyendo en sus eReaders, lo cual impide espiar las cubiertas de los libros y, eventualmente, iniciar una conversación sobre la lectura. Este fenómeno cada vez más natural ha inspirado a la escritora y columnista de The New York Times, Lisa Lewis, una reflexión acerca de las nuevas formas de la lectura que ha titulado jocosamente "Cómo los eReaders han destruido mi vida amorosa".
De un tiempo a esta parte, cada vez más personas van en los transportes públicos leyendo en sus eReaders, lo cual impide espiar las cubiertas de los libros y, eventualmente, iniciar una conversación sobre la lectura.
Este fenómeno cada vez más natural ha inspirado a la escritora y columnista de
The New York Times, Lisa Lewis, una reflexión acerca de las nuevas formas de la lectura que ha titulado jocosamente "
Cómo los eReaders han destruido mi vida amorosa".
Lo cierto es que Lisa Lewis, que vive en Brooklyn y coge el tren a diario, asegura que la simple frase "me encanta ese libro" le procuró hasta ahora una buena recolección de flirteos que los eReaders le han arruinado. "Ya no puedo acercarme a un hombre guapo en un viaje largo y preguntarle por su libro –porque no puedo verlo" –dice.

"Lejanos están los días –lamenta– cuando sentada en el tren demorado en la estación podía imaginar exactamente el lugar donde nos besaríamos en la Biblioteca Pública de Nueva York ¿entre los estantes de Mailer y Malamud o entre Foer y Franzen? Los eBooks –dice– pueden salvar la literatura, pero mi vida amorosa se ha resentido".
La columnista recuerda que, como todo el mundo sabe, no se puede juzgar un libro por su Nook, aunque aclara que para ella, una geek de 29 años, graduada en la Universidad de Nueva York, "ese problema es particularmente grave". "El gusto literario de un hombre –añade– puede sumar tantos puntos como ser bueno con mis padres o un as en la cocina". "Juro –dice– que no es nada favorecedor torcer torpemente el cuello como un cisne hacia el Kindle de un chico guapo para adivinar lo que está leyendo".
Por todo eso, Lisa confiesa que ahora, en cambio, tiene que limitarse a aquellos que hojean la edición impresa de The New Yorker aunque se teme que también sus días están contados.
Después de otras incisivas apreciaciones, Lisa Lewis anima a la gente a retomar los libros. "Después de todo –asegura– un flirteo literario es menos arriesgado que ligar en un bar, uno sabe que tiene aunque sea una cosa en común".
© Copyright Fundación Germán Sánchez Ruiperez, 2010