
Debate sobre la afirmación de Jonathan Franzen: el eBook perjudica a la sociedad
El novelista estadounidense Jonathan Franzen ha arremetido duramente contra los libros digitales y los cambios tecnológicos en la industria editorial en la VII edición del certamen literario Hay Festival, que se celebró en enero en Cartagena de Indias (Colombia). En un artículo publicado en el blog Pantallas, Daniel Escandell Montiel, uno de los editores de la revista Caracteres, reflexiona sobre la diatriba de Franzen contra el libro electrónico.
El novelista estadounidense Jonathan Franzen ha arremetido duramente contra los libros digitales y los cambios tecnológicos en la industria editorial en la VII edición del certamen literario Hay Festival, que se celebró en enero en Cartagena de Indias (Colombia). En un artículo publicado en el blog Pantallas de Daniel Escandell Montiel, uno de los editores de la revista Caracteres, reflexiona sobre la diatriba de Franzen contra el libro electrónico.
Escandell expone en su artículo las declaraciones que el novelista hizo para el periódico The Telegraph, donde defiende de forma apasionada el libro impreso y advierte de que “el sentimiento de gratificación inmediata que propician los libros electrónicos es perjudicial para la sociedad”. Aunque Escandell afirma no compartir casi nada de lo defendido por Franzeny también asegura apoyar algunos de los aspectos señalados por él, desglosa la visión de Franzen y rebate sus afirmaciones:
- La importancia del concepto de permanencia que siempre ha ido unido a la lectura. Según apunta Escandell, el autor teme cierta mutabilidad en el libro digital, simplemente por el hecho de ser digital y atribuye un estado de permanencia absolutamente inalterable al texto impreso. Sin embargo, para Escandell el libro no es fijo, no lo ha sido y nunca lo será, ya que, más que unas páginas impresas, es la esencia de las palabras que se contienen. Escandell opina que sería “absurdo pretender que la capacidad mutable de la información digital no puede usarse de maneras detestables o, al menos, empresarialmente erróneas”. También manifiesta que, sin embargo, es la tecnología la que permite corregir erratas sin tener que comprar el libro de nuevo o la que permite acceder a ediciones revisadas y ampliadas de un texto de manera gratuita.
- La combinación de tecnología y capitalismo ha redundado en un mundo fuera de control. Franzen estima que el papel ofrece una tecnología eficiente y de mínimos que garantiza la productividad y usabilidad del objeto. Escandell apunta que si bien es cierto que el libro nos ahorra la dependencia de un artefacto decodificador de la información que contiene, también lo es que se puede acceder a la información que está en bits de múltiples maneras y copiarla sin que se deteriore, dándole así una vida, por tanto, sempiterna. Además, Escandell señala que un libro nunca podrá sobrevivir tanto como el pergamino.
- El libro es un objeto específico en un lugar y un tiempo concretos. Franzen manifiesta que “el hecho de que cuando cojo el libro de la estantería es siempre el mismo es tranquilizador”, frente a lo que Escandell advierte del peligro de vivir atemorizados por la pantalla impresa.

Chris Meadows también tercia en la polémica y en su habitual espacio en TeleRead, opina que si no fuera por la reputación de Franzen, a nadie le importarían sus declaraciones. Sostiene además, que sus opiniones deben tomarse simplemente como una de tantas reacciones ante el mundo cambiante en que vivimos, generalmente protagonizadas por individuos pertenecientes a una generación de edad más avanzada. Asimismo, aludiendo a las predicciones de Franzen sobre el futuro del libro impreso, Meadows estima que han sido declaradas antes de tiempo, ya que probablemente, en menos de diez años, la industria editorial será casi irreconocible.
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