Dos colaboradores habituales en Paid Content, Mathew Ingram y Laura Owen, debaten sobre quién debería establecer los precios de los eBooks, si las grandes editoriales o empresas como Amazon. La charla surge a raíz del pleito iniciado por el Departamento de Justicia de Estados Unidos contra Apple y las cinco editoriales más influyentes del país, por su intención de fijar los precios de distribución de eBooks -algo que iría en contra de las normas antimonopolio.
En opinión de Mathew Ingram, Amazon está haciendo todo lo posible no sólo para bajar los precios de los libros electrónicos, sino también para eliminar a los editores de las acciones que han realizado habitualmente como intermediarios. Si durante mucho tiempo los gigantes editoriales han controlado el mercado, tanto en términos de oferta como de precio, comprobar que un nuevo competidor les arrebata este control es algo difícil de superar.
Para Laura Hazard Owen, es Amazon el verdadero gigante y controlador de toda esta situación. Mucho más que cualquier editorial. Algo que le permite socavar los precios de cadenas como Barnes & Noble. Según William Lynch, director ejecutivo de esta editorial, lo que ha hecho que B&N siga siendo competitiva en el juego de las tarifas de los libros electrónicos ha sido la fijación de precios por agencia.
A través de la colaboración de la ALA [Asociación Americana de Libreros] con Google eBookstore, continúa la periodista, las librerías independientes pueden vender libros electrónicos a través de sus propias páginas web. Esto se debe principalmente, según explica Hazard Owen, a que el precio establecido por la agencia permite a estas librerías ofrecer libros electrónicos de las seis editoriales más importantes al mismo precio que Amazon.
Aunque Mathew Ingram está de acuerdo con que el precio fijo que establece la agencia protege en cierta medida a las librerías independientes, también cree que esta medida es una forma de proteger sus márgenes de beneficios tradicionales. En su opinión, todos los intentos desesperados que han realizado las editoriales por mantener sus márgenes de ganancia en los libros impresos, les han impedido ver la oportunidad que tienen con los libros electrónicos.
Este periodista recuerda los casos en los que un descenso en los precios ha impulsado de forma asombrosa las ventas de libros. En su opinión, el que los editores quieran aferrarse a los precios más altos y que se preocupen por mantener sus márgenes de ganancias, es una forma de perjudicarse a sí mismos.
Ingram también expone la cuestión: “¿quién ha hecho el camino más fácil para que los nuevos escritores lleguen a la audiencia?” Su respuesta es que Amazon y su plataforma para Kindle han sido dichos facilitadores. Algo respecto a lo que Hazard Owen se muestra manifiestamente en total desacuerdo.
En relación con lo anterior, Hazard Owen recomienda un artículo en el que se sustenta la tesis de que Amazon no ayuda a los autores noveles si lo que estos quieren es llegar a los lectores de libros impresos. Entre los datos que destaca esta periodista está el hecho de que un ochenta por ciento de las ventas son de libros impresos y el que las librerías de cemento y ladrillo siguen siendo la mejor forma de descubrir nuevos títulos, sobre todo en libros infantiles.
Para finalizar su contraste de pareceres, ambos periodistas manifestaron estar de acuerdo en dos aspectos: