Dos son los temas sobre los que todo el mundo ha hablado en la BookExpo America (BEA) de este año y para los que nadie ha encontrado una solución: la lectura social y la detectabilidad. Laura Hazard Owen recoge algunas de las declaraciones que se han hecho al respecto durante esta feria en Paid Content.
Aunque en un primer momento la lectura social y la detectabilidad pudieran parecer la misma cosa, no es así, tal y como Laura Hazard Owen explica, ya que la primera tiene que ver con la posibilidad de interactuar con un libro a través de un red social o con las características sociales que hay dentro de un título, y la segunda está relacionada con el desafío de encontrar autores y libros nuevos.
En su opinión, parte del problema reside en que aquellos que están buscando soluciones para estos nuevos desafíos, son empresas emprendedoras de reciente creación o minoristas, en ningún momento se implican los editores.
Esta periodista también recoge las declaraciones del consultor y analista empresarial Peter Hildick-Smith que sostiene que las herramientas sociales no han suplantado el lugar que ocupan las librerías de cemento y ladrillo, las cuales están sufriendo un declive en su labor como fuente de exhibición de libros. Su empresa, Codex Group, ha realizado una encuesta a una serie de lectores a los que se les ha preguntado dónde compraron el último libro que habían leído. Hace dos años, el treinta y uno por ciento de los encuestados contestaba que en una librería. En estos momentos este porcentaje ha disminuido considerablemente, hasta el diecisiete por ciento.
Según Hildick-Smith, estos resultados son malos para las ventas, ya que las librerías son los lugares en los que más compras espontáneas se realizan. Cuando se les preguntó a los encuestados si tenían algún libro en mente la última vez que quisieron comprar un libro en una librería, explica este analista, sólo uno de cada tres tenía clara su compra, el resto iban con idea de buscar y adquirir lo que les resultara de interés.