La viabilidad de las start-up, empresas de nueva creación, en la industria editorial

Richard Charkin, director ejecutivo del grupo editorial Bloomsbury cree que cualquiera que ahora no esté actuando en el mundo de la edición como una start-up [empresa de nueva creación] tiene un problema serio". El directivo participó en un panel sobre el libro digital en la International Digital Publishing Foro (IDPF) 2012, previa a la BookExpo America celebrada del 4 al 6 de junio en Nueva York junto a Jane Friedman (Open Media Road), y Madeline McIntosh (Random House). Las afirmaciones de Charkin inspiraron el artículo de Todd A. Carpenter, director de National Information Standards (NISO), la organización que ofrece datos sobre los estándares para la industria editorial, que publica en el blog The Scholarly Kitchen.

Richard Charkin, director ejecutivo del grupo editorial Bloomsbury cree que cualquiera que ahora no esté actuando en el mundo de la edición como una start-up [empresa de nueva creación] tiene un problema serio". El directivo participó en un panel sobre el libro digital en la International Digital Publishing Foro (IDPF) 2012, previa a la BookExpo America celebrada del 4 al 6 de junio en Nueva York junto a Jane Friedman (Open Media Road), y Madeline McIntosh (Random House).

Las afirmaciones de Charkin inspiraron el artículo de Todd A. Carpenter, director de National Information Standards (NISO), la organización que ofrece datos sobre los estándares para la industria editorial, que publica en el blog The Scholarly Kitchen.

Carpenter confiesa que a partir de esa opinión de Charkin se planteó indagar sobre lo que significa ser una start-up y lo que podría suponer para los editores actuar como una de ellas. El directivo señala que existe una serie de libros sobre la creación de empresas especialmente desde el boom de las punto com a finales de 1990. Subraya que desde entonces se ha creado mucha riqueza gracias a las start-ups y existe interés en saber qué hizo que las nuevas empresas tecnológicas tuvieran éxito. Para muchas compañías –añade–, se tornó importante comprender cómo podían reproducir aquellas condiciones y, en particular, sus resultados en sus propias empresas.
 
 

 

Afirma que en la comunidad de la industria editorial donde no todo el mundo, lamentablemente o quizá afortunadamente –acota–, trabaja como una start-up, la cuestión es de qué manera actuar como una start-up para asegurarse de que su empresa capte la vitalidad, las nuevas ideas y las oportunidades que distinguen a una compañía exitosa de otra que solo sobrevive o algo peor.
 
En su opinión, lo que distingue aquellas organizaciones exitosas del resto es la receptividad para aceptar el cambio y comprometerse con él. Asume que determinar cuál es la oportunidad correcta y medir las implicaciones nunca es algo sencillo, ya que la realidad está plagada de riesgos y de peligros potenciales. A su juicio permitir a los directivos aprovechar las oportunidades con el apoyo de toda la organización es una de las claves de los buenos resultados.
 
Para comprender mejor el fenómeno, Carpenter realizó una pequeña encuesta entre directivos de empresas tecnológicas y las respuestas están disponibles en el blog.
 
Señala que entre todas las interesantes respuestas, muchos describieron el mundo de la industria editorial funcionando en base a un mismo modelo, es decir, producir suficientes libros para que al menos uno de ellos se convierta en un bestseller. Carpenter cree que en ese contexto no habrá muchas empresas que puedan sobrevivir por mucho tiempo dado que la mayoría de las start-ups ha fracasado.
 
Igualmente pone como ejemplo empresas que han creado exitosas divisiones de innovación e investigación como Amazon, Google, Xerox, IBM o Lockheed Martin, esta última reconocida por sus programas Skunk works (a cargo de grupos dentro de la organización con alto grado de autonomía) .
 
También señala que pocos editores tienen grupos de innovación. En particular señala el caso de Elsevier, que financia un Laboratorio para estudiar las comunicaciones académicas y probar nuevos productos.
 
Por último, a modo de conclusión, al preguntarse si es realista pretender que cada organización actúe como una start-up para triunfar, Carpenter afirma que "podría ser perjudicial" a largo plazo un comportamiento así en una organización que esté bien situada y ofrezca productos de calidad.
 
En ese sentido rescata la opinión de su colega, Joe Esposito, para quien lo importante para una start-up es "hacer algo nuevo". Esto no significa "tener que cambiar el mundo" o llegar a valer cien millones de dólares en el mercado sino "encontrar –o crear– un nuevo mercado".
 

  

 


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