La Young Adult Library Services Association (YALSA) ha elaborado unas directrices para ayudar a las bibliotecas a diseñar entornos que respondan a las necesidades concretas de los usuarios adolescentes. Dentro de las nueve áreas en las que se divide el documento, una tercera parte se centra en cómo apoyar a los jóvenes en el uso de la tecnología. La publicación especializada School Library Journal recoge esta información.
Este documento no es tanto un plan como una filosofía general sobre el desarrollo de espacios para adolescentes en bibliotecas públicas y escolares, señala el artículo. En él se recogen sugerencias sobre cómo presentar libros que se han descargado y bases de datos electrónicas temáticas, pero lo más importante es una lista en la que se recopilan datos sobre el tipo de espacio físico que quieren los adolescentes, los programas que se pueden ofrecer y los materiales de los que se han de disponer.
En estos momentos en los que los presupuestos escasean, continúa el artículo de SLJ, no todas las bibliotecas tienen los recursos necesarios para equipar un espacio totalmente nuevo destinado a los usuarios adolescentes. Pero una “actualización”, puntualiza el artículo, no implica necesariamente un desembolso grande de dinero, si lo que se quiere es conseguir que los jóvenes se interesen por las bibliotecas. Así por ejemplo, las principales plataformas de medios sociales como YouTube o Twitter, son herramientas gratuitas y los niños y niñas se pueden conectar desde los ordenadores de las bibliotecas. Desde estas plataformas se puede ofrecer un servicio muy valioso y enseñar a los más jóvenes cómo proteger su privacidad y cómo interactuar en la red de forma segura.
Aunque es bastante improbable que cualquier espacio destinado a los más jóvenes llegue a reunir las nueve directrices que apunta la YALSA, el artículo cree que ahora las bibliotecas cuentan con algunos marcadores a los que deben aspirar, tanto si se dispone de un espacio de más de dos mil metros cuadrados como si es tan sólo una habitación.