La Biblioteca pública de San Francisco se rebela contra las seis grandes editoriales

Las bibliotecas públicas de San Francisco y California quieren ampliar sus colecciones digitales y para ello han creado un proyecto para comprar libros electrónicos directamente a las editoriales pequeñas, muchas de ellas independientes. Dan Eldridge, el nuevo redactor jefe de Teleread, aplaude esta idea en un artículo publicado en este blog, aunque también manifiesta tener serias dudas sobre si este proyecto supondrá el fin del problema existente entre editoriales y bibliotecas públicas en los Estados Unidos.

Las bibliotecas públicas de San Francisco y California quieren ampliar sus colecciones digitales y para ello han creado un proyecto para comprar libros electrónicos directamente a las editoriales pequeñas, muchas de ellas independientes. Dan Eldridge, el nuevo redactor jefe de TeleRead, aplaude esta idea en un artículo publicado en este blog, aunque también manifiesta tener serias dudas sobre si este proyecto supondrá el fin del problema existente entre editoriales y bibliotecas públicas en los Estados Unidos. 

Esta iniciativa que cuenta con una financiación de unos 325.000 dólares, se pondrá a prueba en el condado de Contra Costa (California) y se espera poder implantarla en San Francisco entre los meses de febrero y marzo del 2013. A esto, añade Dan Eldridge, hay que sumarle la introducción en octubre de un nuevo proveedor que compita con OverDrive.

Las dudas surgen, explica Eldridge, cuando se analizan los datos que ha obtenido Pew Research Center, según los cuales la mitad de los lectores de libros electrónicos encuestados no sabían si su biblioteca ofrecía eBooks. Algo que puede hacer saltar las alarmas, continúa, si se tiene en cuenta que el factor más importante en la lucha entre bibliotecas y editoriales es el acceso a la información a todos aquellos que no pueden permitirse el lujo de comprarse un eBook.

Aunque Dan Eldridge está convencido de que esta acción no sólo es importante sino admirable, cree que proyectos de esta índole son un “paso pequeño en la larga ascensión para solucionar este gran problema”.

Este redactor, que se confiesa acérrimo defensor de las editoriales independientes, explica que medidas como la existencia de un número limitado de préstamo, el hecho de que ciertos lectores no puedan hacerse con el último best seller para Kindle o iPad o incluso que haya usuarios que no sepan todavía como descargárselos, hace muy difícil que proyectos de este tipo sean el final del conflicto. “Mientras que estas bibliotecas están claramente cerca de ganar una gran batalla –asegura–, la guerra no se ha terminado ni por asomo”. En su opinión, lo que es imprescindible es que las seis grandes editoriales jueguen limpio con las bibliotecas públicas, de lo contrario siempre habrá usuarios insatisfechos.
 


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