La evolución del cerebro para adaptarse a la era tecnológica

¿Cómo evoluciona el cerebro para adaptarse al actual paisaje tecnológico, caracterizado fundamentalmente por estar en constante transformación? La periodista y escritora científica Annie Murphy Paul reproduce en un artículo publicado en su blog una entrevista realizada a Jay Giedd, neurólogo e investigador del Instituto Nacional de Salud Mental de Estados Unidos (NIMH) en la que Giedd reflexiona sobre los cambios que la tecnología está produciendo en el desarrollo del cerebro humano.

¿Cómo evoluciona el cerebro para adaptarse al actual paisaje tecnológico, caracterizado fundamentalmente por estar en constante transformación? La periodista y escritora científica Annie Murphy Paul reproduce en un artículo publicado en su blog una entrevista realizada a Jay Giedd, neurólogo e investigador del Instituto Nacional de Salud Mental de Estados Unidos (NIMH) en la que Giedd reflexiona sobre los cambios que la tecnología está produciendo en el desarrollo del cerebro humano.

En la entrevista, el neurólogo sostiene que la forma en que las personas obtienen la información, se divierten e interactúan con los demás ha cambiado más en los últimos diez años que en los anteriores quinientos, desde la introducción de la imprenta por Gutenberg. Por este motivo, afirma, y debido a la celeridad con que se producen, estos cambios son un verdadero desafío para los investigadores. Asimismo, Giedd revela que han sido las actividades que realizan niños y adolescentes las que más han cambiado. Así, revela el investigador, los adolescentes de hoy dedican un promedio de once horas y media a la consulta de medios electrónicos, lo que supone un aumento respecto de las seis horas y media de hace tan sólo cinco años atrás.

 

Por otra parte, en lo que respecta a cómo están utilizando los niños y adolescentes sus habilidades multitarea en la era digital, Giedd afirma que, aunque la evidencia preliminar sugiere que las están empleando bastante bien, existen ciertas limitaciones. El neurólogo declara que aunque el cerebro humano tiene un historial demostrado de éxitos en adaptarse a desafíos para los que no fue diseñado inicialmente, como por ejemplo la lectura, es triste observar que la mayoría de los seres humanos que ya vivieron y que han muerto nunca leyeron. Según sugiere, la cuestión a tener en cuenta ahora es si “seremos capaces de cambiar para adaptarnos al nuevo flujo de información que procede de fuentes de todo tipo”. Hasta ahora, afirma, el cerebro humano ha hecho un gran trabajo cambiando y adaptándose a estos entornos, pero existen limitaciones a esta capacidad. A su juicio, será muy interesante ver si el cerebro de los niños llamados ‘nativos digitales’ se adaptará de manera diferente al de las personas adultas.

En repuesta a la pregunta de para qué fue diseñado inicialmente el cerebro humano, Giedd afirma que este lo fue fundamentalmente para aprender a través del ejemplo. El investigador defiende que el aprendizaje a través del ejemplo es muy poderoso y que los padres están enseñando incluso cuando no se dan cuenta de ello, a través de diferentes aspectos de su vida cotidiana. En su opinión, la forma como se tratan los cónyuges, cómo hablan de sus trabajos, cómo administran su tiempo o cómo controlan sus emociones, son factores clave en el proceso de enseñanza de sus hijos. Son los momentos cotidianos, declara, los que tienen importantes repercusiones en el modo en que se forma y adapta el cerebro.

A modo de conclusión y siguiendo las premisas de Jay Giedd, Annie Murphy Paul apunta en su artículo que el entorno en el que vivimos hoy es muy diferente de aquel en el que el cerebro humano evolucionó. Por ello, afirma, aunque el cerebro humano es bastante flexible y adaptable, existen límites a esta flexibilidad que se deben reconocer y respetar. Como ejemplo de estas limitaciones, la periodista sostiene que el cerebro no puede prestar atención a dos flujos de información compleja a la vez. Murphy Paul proclama que se deben alternar ambos flujos y que esta alternancia tiene un coste cognitivo. Asimismo, la escritora indica que esto se aplica tanto a los llamados ‘nativos digitales’ como a los que no lo son, ya que en su opinión “el conocimiento humano es el conocimiento humano, y aunque vivimos en el siglo XXI todavía tenemos, en gran medida, cerebros de la Edad de Piedra”.

 


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