La editora Kate Wilson, directora del sello independiente Nosy Crow, aboga por la ruptura de estereotipos de género en la edición de literatura infantil, y destaca la importancia que tiene en este ámbito editorial el tener un ‘ideal platónico’ del lector al que va dirigido un libro o aplicación. Wilson indaga además sobre cuestiones vinculadas al género del lector, el diseño y el contenido en la edición de libros dirigidos al público infantil femenino en un post publicado en el blog de Nosy Crow.
Kate Wilson considera que las editoriales, los autores y los ilustradores de literatura infantil trabajan en un entorno comercial basado en la división de sexos, y para maximizar las ventas en ese ámbito, cree que es importante que los editores tengan una especie de ideal platónico del niño al que va dirigido el libro o la aplicación que están publicando.
El éxito comercial de una editorial, en su opinión, es más probable si se basa en una plena comprensión de su público potencial y de cómo satisface el contenido de un libro o aplicación las necesidades o intereses de ese público.
En su editorial, Nosy Crow, la editora revela que pasan mucho tiempo asegurándose de que la imagen de la portada y el título, o el icono en el caso de una aplicación, sean indicadores breves y eficaces que transmitan información sobre el contenido y el lector al que va dirigido a los compradores que seleccionan libros o aplicaciones en el contexto visualmente ‘ocupado’ de una librería, una tienda virtual o una biblioteca.
En el caso concreto de los productos editoriales enfocados directamente a un público infantil femenino, la editora pone como ejemplo uno de los libros publicados por Nosy Crow: The Princess and The Peas [La princesa y el guisante], un libro que no muchos comprarían para un niño al tener una portada en tonos rosas, claramente dirigida a las niñas, y cuya historia y personaje principal resultan más atractivos para las niñas que para los niños. Por el contrario, apunta Wilson, tanto el diseño como el contenido de otro de sus libros, Dinosaur Dig!, de Penny Dale, está dirigido a los niños, al estar protagonizado por un dinosaurio excavador.
Por supuesto, advierte la editora, no todos los libros tienen un claro sesgo de género. Como ejemplo, Wilson hace referencia a otro caso de su editorial: los libros de la colección Pip and Posy, de Axel Scheffler, que están dirigidos especialmente a niños de edad preescolar y están protagonizados por un conejo y una ratoncita que juegan juntos con trenes y empujan cochecitos de muñecas. En un momento dado, revela la editora, Pip, el personaje masculino, incluso termina llevando puesto un vestido perteneciente a Posy porque ha mojado los pantalones.
Sin embargo, sostiene Wilson, “el riesgo que implica atraer a todas las edades es que se termina no atrayendo a nadie”. La editora pone como ejemplo la obra Twelve Minutes to Midnight [Doce minutos para la medianoche], de Christopher Edge e ilustrado por Eric Orchard, de cuya cubierta se sienten muy orgullosos en su editorial, pero que sin embargo algunos compradores dijeron que la imagen de la persona que aparecía en la portada resultaba un poco andrógina.
Asimismo, la editora asegura que indicar eficazmente en la portada a quién va dirigido un libro en particular no significa que, si se cree que sus lectores son sobre todo niñas, esta tenga que ser de color rosa. De hecho, afirma, “existe el argumento de que, a partir de una cierta edad, algunas chicas piensan que el color rosa parece infantil”.
En su opinión, el diseño de un libro no es el contenido, aunque evidentemente sí lo debe reflejar. Wilson cree que además, ya sea debido a su naturaleza o a su educación, la mayoría de las niñas disfrutan más y se sienten más atraídas por un libro de princesas que hacia uno de dinosaurios que conducen excavadoras, en referencia a los libros anteriormente mencionados. En cambio los niños, afirma, se inclinan más a elegir un libro sobre dinosaurios que uno de princesas. Sin embargo, aceptar que muchos niños y niñas tienen distintas preferencias en cuanto al diseño de los libros, el género del personaje principal y la temática, sostiene, no significa que se tengan que presentar en ellos estereotipos retrógrados.
Así, revela Wilson, Penelope, la protagonista central de Twelve Minutes to Midnight [Doce minutos para la medianoche] y Shadows of the Silver Screen, es luchadora, valiente e inteligente. Y la niña de The Princess and The Peas [La princesa y el guisante] descubre que ser una princesa no es tan bueno como pudiera parecer y toma sus propias decisiones, deja de ser una princesa y vuelve a casa para vivir con su padre, quien se encarga de cocinar y del cuidado de los niños. Asimismo, en la colección The Rescue Princesses [Las princesas rescatadoras], de Paula Harrison, claramente dirigida a niñas primeros lectores, las princesas rescatan animales con la ayuda de joyas mágicas y habilidades de ninja. Son valientes y autosuficientes, y se enfrentan al peligro para reparar las injusticias y la crueldad.
Por otra parte, la editora comenta también la aplicación Cinderella [Cenicienta] también de la editorial Nosy Crow, cuyo personaje central no es una princesa Disney al uso, y no sobresale por ser rubia ni glamurosa. Además, el príncipe de la historia no se siente atraído por su belleza o su ropa, sino por el hecho de sentirse menos tímido en su compañía, por tener muchas cosas de las que hablar, por ser una buena bailarina y por tener una bonita sonrisa.
Wilson afirma que, como editora de libros para niños, no imagina publicar ninguna obra que proyecte estereotipos sesgados de niñas o niños. Asimismo, confiesa, “en un mundo ideal tal vez estaríamos publicando sólo títulos basados en la neutralidad de los géneros y con cubiertas neutras en materia de géneros, pero no vivimos en un mundo ideal”. Además, la editora basa su motivación en dos pilares fundamentales. “Tengo que hacer libros de éxito comercial para Nosy Crow y para los autores e ilustradores –afirma Wilson–, y siento un especial interés en ofrecer a los niños los libros que quieren, sobre todo cuando hay tanta competencia por su tiempo libre, y cuando los datos sugieren que los niños no leen por placer lo suficiente como para construir sus habilidades de alfabetización.
Por último, Wilson proclama que, en el caso de que las editoriales tengan el ideal platónico del niño o niña que va a disfrutar más con un determinado libro o aplicación, esto no significa que vayan a publicar sólo para ese niño o niña. De hecho, la editora hace referencia a la satisfacción que genera descubrir que un libro o una aplicación está siendo disfrutado por un público diferente para el que había sido concebido, mayor al que se preveía inicialmente.
En torno al tema remitimos a una publicación del Centro Internacional del Libro Infantil y Juvenil (CILIJ) de la Fundación Germán Sánchez Ruipérez (Salamanca, 1996) dirigida por la especialista Adela Turín y titulada Por una igualdad de sexos a través de la literatura infantil.