Una de las primeras dudas que les asaltó a ambos, era saber si de verdad existía una desconexión entre el lugar en el que la gente descubre los libros y dónde acaba comprándolos, y la respuesta es contundente: “Sí”. Los encuestados comentaron que descubrían títulos tanto online como en tiendas físicas, con unos porcentajes muy similares, pero más de la mitad de las veces acababan comprándolos online.
Esto pone de manifiesto, comenta Esposito, que el fenómeno showrooming, que consiste en que el consumidor potencial descubre algo en una librería tradicional y acaba comprándolo en línea, ocurre con más frecuencia de la que se podría suponer. Por consiguiente, el gran desafío al que se enfrentan los editores tradicionales, no es la transición del formato impreso al digital –subraya Esposito–, sino el hecho de que están perdiendo los canales físicos de recomendación típicos de los minoristas.
Uno de los datos que menos le ha sorprendido, confiesa, es el de que algo más del veinte por ciento de los encuestados ha descubierto algún título por un medio impreso, y por una de las obviedades del sector del libro: “la gente mayor compra libros, y la gente compra más libros según se va haciendo mayor”. Pero si que se ha podido comprobar en el estudio, que páginas como Goodreader y LibraryThing le están quitando parte de la hegemonía que han mantenido hasta ahora publicaciones como The New York Times.
Cuando se quiso saber si los lectores compraban un libro en formato papel, digital, o ambos, se pudo comprobar que un cuarenta por ciento de los encuestados preferían el papel y poco más del veinticinco por ciento ebooks. Mientras que la proporción de libros electrónicos sigue creciendo, los de formato impreso siguen jugando un papel importante en la industria, asegura Esposito, y podría ser mayor si encontrasen la manera de hacer dinero a través de las librerías. “Es más que posible –dice– que la demanda de versiones impresas continúe, incluso mucho tiempo después de que cualquier minorista proporcione libros impreso de manera rentable, lo que a su vez supondrá una disminución en la demanda sea cual sea el formato”.
Para concluir, Esposito alaba la labor que desempeñan plataformas y páginas como Goodreads y LibraryThing, aunque también está convencido de que esto ha sido así, debido a que secciones como el The New York Times Book Review carecieron de la imaginación necesaria para crear comunidades y plataformas parecidas, por lo que estás páginas vienen a ocupar un hueco que quedó vacío por la falta de previsión de publicaciones con este prestigio.