Malos tiempos para los lectores de ebooks en las bibliotecas publicas del estado de Florida

Michael Cairns, creador del blog Personanondata, ha escrito un post a partir de un artículo aparecido en el periódico digital Orlando Sentinel en el que se explican los problemas a los que se enfrenan algunas bibliotecas públicas del estado de Florida (EE.UU.) para poder satisfacer la demanda de libros electrónicos por parte de sus usuarios. Los recortes presupuestarios y los altos precios de los ebooks ponen a estos centros en serias dificultades.

Michael Cairns, creador del blog Personanondata, ha escrito un post a partir de un artículo aparecido en el periódico digital Orlando Sentinel en el que explica los problemas a los que se enfrenan algunas bibliotecas públicas del estado de Florida (EE.UU.) para poder satisfacer la demanda de libros electrónicos por parte de sus usuarios. Los recortes presupuestarios y los altos precios de los ebooks ponen a estos centros en serias dificultades.

El artículo recoge la experiencia de Jennifer Krantz, una usuaria habitual de una de las bibliotecas públicas de este Estado. En cierto momento le regalaron una tableta Kindle Fire HD y quiso mantener su ritmo de lectura, pero ahora en formato digital. Aunque manifiesta su satisfacción de poder disfrutar del servicio de libros electrónicos de la biblioteca, su única queja es que tiene que esperar mucho tiempo hasta que puede acceder al título que quiere, posiblemente por la falta de copias.

Se trata, comenta el artículo, de una situación más habitual de lo que pudiera pensarse. Kelly Pepo, gerente de adquisiciones de las bibliotecas públicas del Condado de Orange comentó en este artículo que el alto precio que debe pagarse por los libros electrónicos está en contra de la profesionalidad del servicio que debe ofrecer una biblioteca pública. Los libros electrónicos cada vez son más caros y los recortes presupuestarios también son mayores, añade.

Según Pepo, la colección de libros electrónicos está teniendo una gran acogida entre los usuarios de las bibliotecas públicas de este condado. Éstas por su parte intentan añadir el mayor número posible de ebooks, pero se salen del presupuesto. Por ejemplo, explica, dos copias de un famoso best seller le costó a una de estas bibliotecas unos ochenta y cinco dólares cada ejemplar, mientras que cada una de las veinte copias en formato impreso de ese mismo título no llegaba a los treinta.

Las editoriales justifican estos precios diciendo que los ebooks no se pueden desgastar, se prestan con mayor frecuencia que los de formato papel y son más útiles, ya que los usuarios no deben desplazarse hasta la misma biblioteca para poder tomarlos prestados.

Pero la tendencia, finaliza el artículo, es que cada vez más los usuarios de bibliotecas que poseen un dispositivo de lectura electrónico las visitan menos. Las esperan son frustrantes, comentan muchos.


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