El novelista Scott Turow describe la lenta muerte del autor norteamericano

Las bibliotecas, internet y las webs piratas son, en opinión del novelista norteamericano Scott Turow, las principales amenazas para la supervivencia de los autores. Así lo manifiesta en un extenso artículo que describe los principales factores y circunstancias que definen el escenario actual de la creación, la edición y la distribución de libros, un entorno en que los autores ganan cada vez menos dinero y entidades como Amazon se llenan los bolsillos.

Las bibliotecas, internet y las webs piratas son, en opinión del novelista norteamericano Scott Turow, las principales amenazas para la supervivencia de los autores. Así lo manifiesta en un extenso artículo que describe los principales factores y circunstancias que definen el escenario actual de la creación, la edición y la distribución de libros, un entorno en que los autores ganan cada vez menos dinero y entidades como Amazon se llenan los bolsillos.

Susan Lulgjuraj se hace eco de la opinión de este autor superventas, escrita para el New York Times, en una nota que publica TeleRead.

Turow, que preside el Sindicato de Autores, piensa que “el mercado electrónico global está agotando rápidamente los flujos de ingresos de los autores”, en una referencia clara a la decisión de la Corte Suprema sobre el carácter legal de la importación y reventa de ediciones extranjeras de obras estadounidenses.

Aunque en su artículo The Slow Death of the American Author presenta estos tres factores como ejemplo principal de los que afectan negativamente a los escritores, su argumentación se extiende a más consideraciones, entre otras la progresiva depreciación de los derechos de autor, el límite que imponen los editores de libros electrónicos a las regalías o el hecho de que cada vez más bibliotecas presten ebooks. Para él no vale la excusa, defendible por muchos, de estos cambios son connaturales a la evolución del mercado.

     

Esta visión un tanto apocalíptica de Turow describe algunas realidades de la situación pero peca de simplista, en apreciación de Lulgjuraj, que desde su larga experiencia en el mundo de la prensa ha sido testigo de los cambios continuos asociados a internet, espacio convertido hoy en una de las fuentes principales de noticias –a menudo gratis– para los consumidores.

Las empresas que no han sabido o querido cambiar al ritmo del mercado, dice, han sufrido severas consecuencias como cierre de negocios, ediciones impresas reducidas y largas listas de despidos. Pero otras muchas han encontrado la forma de sobrevivir y prosperar en el mundo de la prensa, consiguiendo ser rentables fuera del modelo de ingresos que se basaba en la publicidad tradicional.

Aunque esta no sea la respuesta ni la solución a la difícil situación que expone Turow, resulta evidente el riesgo para que los que no quieren evolucionar. Las editoriales –afirma la articulista– tienen que ser ejemplo y motor de ese cambio, y los autores deben buscar editores que acepten esta realidad y actúen conforme a ella, u optar por la auto-publicación.

Advierte de que esta transición no será fácil si se atiende a lo ocurrido en la industria periodística. Pero la queja y el inmovilismo –apuntilla–, nunca resuelven nada.


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