De cómo Amazon y Goodreads podrían perder a sus mejores lectores

Muchos de los miembros de Goodreads, el gran club de lectores online, está en pie de guerra ante los cambios en la política de esta plataforma y las limitaciones que han observado a partir de su adquisición por Amazon. Desde ese momento las recomendaciones y datos extraídos de esta plataforma se integraron en los Kindle Paperwhite.

Muchos de los miembros de Goodreads, el gran club de lectores online, está en pie de guerra ante los cambios en la política de esta plataforma y las limitaciones que han observado a partir de su adquisición por Amazon. Desde ese momento las recomendaciones y datos extraídos de esta plataforma se integraron en los Kindle Paperwhite

Esta red social siempre defendió su política de no intervención en los comentarios que generaban sus usuarios, pero tras un conflicto que comenzó entre un grupo de lectores y ciertos autores, decidió que se eliminarían todos aquellos que afectasen o se dirigiesen directamente al autor del libro. Algunos autores aplaudieron esta medida, ya que pensaban que era preciso poner freno a este tipo de críticas.

Goodreads puso en marcha el 20 de septiembre su nueva política. Kara Erickson, directora de atención al consumidor de la red social, explicó que si en algún momento aparecía una reseña que fuera un ataque directo y estuviera fuera de contexto hacia un lector o autor, esta sería retirada de la sección de comentarios del libro, se enviaría una notificación a su autor y solo estaría disponible en su perfil personal.

Cientos de comentarios y valoraciones se suprimieron de las cuentas de los usuarios sin previo aviso, informa Laura Miller en un artículo publicado en Salon.com, lo que provocó el descontento entre los usuarios, muchos de los cuales en ningún momento habían tenido ningún enfrentamiento con ningún escritor.

Este grupo de usuarios descontentos expresó su insatisfacción en un hilo que derivó en más de cinco mil posts, en los que se pedía que no se borrase ninguna opinión sin antes realizar una notificación a su autor. Le sorprende a Miller que en ningún momento Goodreads ofreciera ninguna explicación o repuesta a este respecto. A esto hay que añadir –continúa– otro error cometido por la compañía, la cual notificó a los usuarios que habían manifestado su insatisfacción, que se iban a borrar sus opiniones al salirse del tema. Esta intervención prepotente, como era de esperar, solo consiguió avivar más las llamas –concluye–.

Parte de este grupo de manifestantes están abandonando la plataforma para ir a Booklikes y algunos de ellos son bibliotecarios que participaban de forma voluntaria en la red social y ayudaban a mantener la exactitud de los datos, además de realizar otros servicios de administración y de curación de contenido.

Hay personas que han tenido una visión utópica de la labor que desempeña una plataforma como Goodreads –comenta Miller– ya que no es solo un lugar en el que los lectores pueden encontrar buenos libros, sino también un espacio de comercialización para los autores. Otis Chandler, fundador y director ejecutivo de la red social dijo hace tiempo que su compañía estaba en el negocio para ayudar a autores y editores a lanzar sus libros y de ahí es de donde conseguían sus ingresos. A esto se suma –añade el artículo– el filón que vio Amazon en un sitio de estas características para su negocio editorial.

Por tanto Miller tiene claro que si Goodreads no resuelve la tensión que existe entre hacer dinero y los intereses de su comunidad de lectores, corre el riesgo de perder su fin primordial. También –añade– los miembros descontentos de esta comunidad deben ser conscientes de que una interesante utopía digital emprendida por un grupo de personas defensoras de la lectura, tarde o temprano necesita recibir dinero y por consiguiente el servicio que se reciba está en consonancia con lo que se ha pagado.


© Copyright Fundación Germán Sánchez Ruiperez, 2010