Hasta el momento estas grandes compañías han conseguido parte del éxito gracias a la manera que han elegido para venderse a sí mismas. Google se ha mantenido en su eslogan no seas malvado, Facebook solo quiere ayudar a la gente a compartir y llegar a contenidos que les puedan gustar y Amazon está comprometida con su filosofía de que el cliente siempre tiene la razón –comenta Naughton.
En términos darwinianos estas compañías son el último paso en la evolución de la corporación pública –asegura el periodista. Su fin es crear riqueza para sus fundadores y accionistas y su imperativo es crecer y lograr el dominio en los mercados que han elegido. Son tan hostiles a los sindicatos y a la regulación de impuestos como en su momento lo fueron Rockefeller y J.P. Morgan.
Amazon comenzó como una librería en línea y mucha gente puede pensar que la empresa simplemente decidió más tarde diversificar su oferta. En estos momentos se estima que sus ingresos anuales por la ventas de libros son de tan solo un siete por cierto y la concepción de ser una tienda de libros ha cambiado a ser “la tienda de todo”. George Parcker afirma en un artículo publicado en New Yorker que ese era el plan de Jeff Bezos desde un principio y que los libros fueron una buena manera de empezar.
Aunque los libros ya no son su negocio principal, Amazon piensa que la edición de libros es una industria ya consolidada para su posterior destrucción –asegura Naughton. La mayoría de los editores ven en el gigante minorista un monstruo depredador que aprieta sus márgenes, pero no lo declaran públicamente –comenta– por miedo a que desaparezca el botón de compra de esos libros que tienen en las páginas de Amazon.
Naughton está convencido de que el dominio de Amazon en el mercado de los libros electrónicos va a hacer que se convierta en la mayor editorial del mundo, el resto solo tendrá que pagar las rentas de su monopolio.