¿Asiste Canadá a la desaparición de las librerías especializadas?

Dos librerías canadienses acaban de anunciar su cierre en los próximos meses. Su denominador común es estar especializas. ¿Es este el final de las librerías canadienses centradas en un nicho de mercado? Ambas citan la competencia minorista como una de las causas de este cierre, pero según manifiesta la cofundadora de la agencia Page Two, Trena White, en un artículo en Digital Book World, éstas se enfrentan a las mismas dificultades que el resto de librerías independientes.

Dos librerías canadienses acaban de anunciar su cierre en los próximos meses. Su denominador común es estar especializas. ¿Es este el final de las librerías canadienses centradas en un nicho de mercado? Ambas citan la competencia minorista como una de las causas de este cierre, pero según manifiesta la cofundadora de la agencia Page Two, Trena White, en un artículo  en Digital Book World, éstas se enfrentan a las mismas dificultades que el resto de librerías independientes.

Cuando las grandes librerías como Barnes and Noble surgieron hace veinte años en los Estados Unidos, muchos expertos de la industria editorial vieron en las librerías de nicho el futuro de las ventas de libros en las librerías independientes. Su carácter especializado –explica White– permite a los empleados desarrollar una gran experiencia y profesionalidad en los temas que tratan y aportar recomendaciones personalizas, algo que las aleja de las búsquedas de larga estela [Long Tail] de los minoristas.

De este modo, Chris Szego, gerente de la librería canadiense Bakka Phoenix, especializada en ciencia ficción y fantasía, y Phyllis Simon, propietario de Kidsbooks en Vancouver, defienden la profundidad, profesionalidad y ayuda que ofrecen este tipo de librerías a sus clientes a la hora de elegir un libro.

Pero las dificultades a las que se enfrentan estas librerías de nicho no se diferencian de las que tienen que afrontar cualquier otra librería independiente –añade White–, por lo que una forma de apoyarlas es comprando en ellas o, como ha hecho el escritor de novela negra James Patterson, haciendo un donativo de un millón de dólares para ayudarlas.


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