Que la literatura nos hace mejores personas es una idea muy extendida, aunque en una conferencia celebrada en el Stanford Center for Ethics algunos especialistas han desmentido que esto sea así y, además, han asegurado que también puede convertirnos en personas capaces de inferir en los pensamientos y emociones de los demás con intenciones en absoluto positivas.
Uno de los participantes –informa Sal Robinson en un artículo publicado en Melville House– fue David Kidd, candidato a doctorado en psicología cognitiva, social y de desarrollo en la New School for Social Research, quien junto con el profesor de psicología Emanuele Catano, han comprobado en un estudio que leer literatura hace que los lectores se hagan más expertos en la evaluación de los estados emocionales del resto de los individuos, lo que les permite desarrollar ciertas capacidades para inferir en sus pensamientos y emociones de forma negativa, si así lo decidiesen.
Por su parte –continúa el artículo– Paula Moya, directora del Programa de Pensamiento Moderno y Literatura en Stanford, y Joshua Landy, codirector de la Iniciativa de Stanford en Literatura y Filosofía, añadieron al discurso de Kidd perspectivas filosóficas e históricas que venían a defender este planteamiento. Por una parte, recordó Moya, que durante mucho tiempo se consideraron a las novelas instrumentos profundamente corruptos, a lo que Landy añadió, que muchas reuniones celebradas en los departamentos de literatura son la prueba fehaciente de que leer literatura de ficción no te hace mejor persona. Por último, añadieron a su exposición importantes “malvados de la historia” que fueron grandes lectores de literatura de ficción, como es el caso del comandante en jefe de las SS, Heinrich Himmler.