Bowker, organismo estadounidense que supervisa el ISBN, ha comunicado un aumento en el precio de los registros, lo que ha causado una tormenta de críticas por parte de autores y representantes de la industria editorial. Aunque este número cumple su misión sobre todo en la edición tradicional, los autores que autoeditan sus obras o aquellos que siguen un modelo híbrido, no ven su necesidad.
Estos identificadores son importantes para las librerías y las bibliotecas, ya que permiten que un libro pueda rastrearse en cuanto a datos de ventas. Pero Mercy Pilkington se plantea, en un artículo publicado en GoodeReader, hasta qué punto es necesario comprar uno si ya existen otras fuentes como Amazon, Create Space y Smashwords que están dispuestas a proporcionar un número equivalente y de forma gratuita.
La estantería de una librería ya no es el Santo Grial de la edición como era antes –comenta Pilkington– sobre todo si se observa el aumento de las ventas online. Esto no quiere decir –añade– que el ISBN no sea necesario o se haya extinguido, simplemente surgen dudas sobre su elevado precio.
Estados Unidos no es el único país cuya agencia cobra por estos números de registro, pero existen otros países en los que no se cobra en absoluto, ni se necesitan cinco días comerciales para obtener uno de estos números. Por ejemplo –apunta Pilkington– en el Reino Unido un bloque de diez números cuesta unos cien dólares menos que en los Estados Unidos y los escritores australianos pueden obtener uno de forma individual por unos cuarenta dólares, algo menos de treinta euros. En España, si la editorial está registrada, por un prefijo para diez códigos de ISBN tiene que pagar 95 €.