¿Tiempo de lectura o tiempo de tableta?

Durante años los expertos en desarrollo infantil han recomendado a los padres lecturas tempranas y frecuentes a los niños por los beneficios lingüísticos, verbales y sociales que reportan. La irrupción de los medios digitales plantea interrogantes no solo acerca de las consecuencias de la exposición a las pantallas sino en cómo puede afectar la tecnología digital al proceso de aprendizaje de la lectura.

 
Durante años, los expertos en desarrollo infantil han recomendado a los padres lecturas tempranas y frecuentes a los niños por los beneficios lingüísticos, verbales y sociales que reportan. La irrupción de los medios digitales plantea interrogantes no solo acerca de las consecuencias de la exposición a las pantallas sino en cómo puede afectar la tecnología digital al proceso de aprendizaje de la lectura.
 
En un extenso artículo que publica en The New York Times el periodista Douglas Quenqua se plantea si el acceso de un bebé a una historia en pantalla cuenta como tiempo de lectura o más bien es tiempo de pantalla.
 
Quenqua menciona que en junio de este año la Academia de Pediatría norteamericana indicó a los médicos que en cada visita recordaran a los padres que debían leer a los niños desde el nacimiento, "prescribiendo libros con tanto entusiasmo como vacunas y verduras".
 
Sin embargo, subraya que la misma Academia decididamente recomienda ningún tiempo de pantalla para los niños menores de dos años, y menos de dos horas al día para los niños mayores.
 
Pero ¿qué orientación deben seguir los padres? –pregunta Quenqua, en un momento en que la lectura cada vez significa más deslizar páginas en un dispositivo y las tiendas de aplicaciones están repletas de programas de lectura y juegos de aprendizaje destinados a lactantes y niños de preescolar.
 
En ese sentido apunta que según los investigadores la respuesta aún no está del todo clara. "Sabemos cómo los niños aprenden a leer, pero no sabemos cómo ese proceso se verá afectado por la tecnología digital", ha dicho Kyle Snow, director de investigación aplicada de la National Association for the Education of Young Children [Asociación Nacional para la Educación Infantil].
 
Parte del problema es la novedad de los dispositivos –señala Quenqua. Tabletas y lectores electrónicos no han tenido un uso generalizado suficiente como para que los estudios revelen todavía sus efectos en el aprendizaje.
 
Añade que, en un estudio de 2013, los investigadores encontraron que niños de 3 a 5 años cuyos padres les leyeron en un libro electrónico tuvieron menor comprensión de la lectura que los niños cuyos padres utilizaron libros tradicionales.
 
En parte, dijeron, esto se debe a que los padres y los niños que utilizaron un dispositivo electrónico pasaron más tiempo centrándose en el propio dispositivo que en la historia (una conclusión compartida por al menos otros dos estudios).
 
Los padres que utilizan libros convencionales tienden a participar más en lo que los investigadores en educación llaman "la lectura dialógica", es decir el tipo de discusión de ida y vuelta sobre la historia y su relación con la vida del niño que la investigación ha mostrado que es clave para el desarrollo lingüístico de los niños.
 
"Lo que buscamos realmente después de leer a nuestros hijos es un comportamiento que despierte una conversación", ha dicho Kathy Hirsh-Pasek, profesora de Psicología en Temple y co-autora del estudio de 2013. "Pero si el libro tiene cosas que interrumpen la conversación, como un juego justo en el medio de la historia, entonces éste no ofrece las mismas ventajas que un libro pasado de moda".
 
Por supuesto, los editores de libros electrónicos y los desarrolladores de aplicaciones consideran la interactividad como una ventaja educativa, no como una distracción. Muchas de esas campanillas y silbatos ayudan al niño a pillar el lenguaje, dicen.
 
El periodista apunta que hay algunas pruebas que corroboran estas afirmaciones, al menos en relación con otras tecnologías. Un estudio de la Universidad de Wisconsin en el 2013 encontró que niños de dos años aprenden palabras más rápido con una aplicación interactiva que con una que requiere ninguna acción.
 
Por su parte, Joanna Cabot, en un comentario sobre el artículo en TeleRead, subraya que "el beneficio de la lectura a los niños, de acuerdo con el artículo, es la interacción entre el niño y el adulto".
 
Coincide en que "no tiene nada de malo, per se, dejar que un niño «juegue» con una aplicación de un ebook", pero debe quedar claro "que eso es lo que sea que está haciendo".

"Yo creo –dice Cabot– que no hay nada que hacer para que alguien deje de elegir un libro electrónico en vez de una copia en papel, si esa es su preferencia. Pero si desea una experiencia de lectura pura, tal vez deba elegir simplemente un libro, que le permita centrarse sólo en la lectura". 


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