Philip Jones: Cómo influye YouTube en el negocio del libro

El protagonismo de los vídeos en internet va en aumento: cada minuto se suben cien horas de vídeo a YouTube y el tiempo que la gente dedica a ver vídeos crece un cincuenta por ciento al año. ¿Qué estrategias está desarrollando la industria del libro en relación con los medios sociales, y concretamente con YouTube? A esta cuestión responde Philip Jones, editor de The Bookseller, en un post que recoge algunas de las ideas debatidas en un encuentro co-organizado por ese medio.

 
El protagonismo de los vídeos en internet va en aumento: cada minuto se suben cien horas de vídeo a YouTube y el tiempo que la gente dedica a ver vídeos crece un cincuenta por ciento al año. ¿Qué estrategias está desarrollando la industria del libro en relación con los medios sociales, y concretamente con YouTube? A esta cuestión responde Philip Jones, editor de The Bookseller, en un post que recoge algunas de las ideas debatidas en un encuentro co-organizado por ese medio.
 
En YouTube se ha desarrollado una sofisticada red de contenidos relacionados con los libros. Jessica Elvidge, una de las participantes en el evento y parte de la plantilla de YouTube, las agrupa en tres categorías: los llamados booktubers, book educators —educadores que se basan en los libros— y adaptaciones de obras clasicas de la literatura. Es curioso que todos ellos han surgido al margen de la industria editorial.
 
El fenómeno de los booktubers, lectores que comparten sus opiniones sobre los libros que leen en un vídeo, es asombroso, en palabras de Jones. Un buen ejemplo de ello es el canal de Sanne Vliengenthart, booksandquills, que acumula 160.000 suscriptores y sus vídeos han sido visualizados cinco millones y medio de veces.
 
Lo que gusta de los booktubers es que son auténicos, asegura Elvidge. A diferencia de los críticos literarios, viven al margen de los círculos editoriales y se dirigen a un sector de la población al que estos no llegan. Por eso hay quienes están convencidos de que los editores tienen que colaborar con los booktubers como parte de su estrategia de marketing.
 
Como Naomi Bacon, publicista digital de la editorial Pan Macmillan, quien defiende la idea de que la industria editorial tiene mucho que aprender de ellos. La autenticidad de sus opiniones es la clave, ya que los usuarios de YouTube no se sienten atraidos por la publicidad. Y muestra de ello es que en la lista de Elvidge no se mencionan los booktrailers.
 
Otro grupo está formado por los book educators, que utilizan los libros como trampolín para una discusión más educativa. Elvridge propone el ejemplo del canal Crash Course, en el que los hermanos Hank y John Green imparten una variedad de cursos sobre temas como Psicología, Historia o Química en clave de entretenimiento —edutainment en inglés—. El último grupo estaría integrado por las adaptaciones de obras clásicas de la literatura, como el canal The Lizzie Bennet Diaries, con 250.000 seguidores.
 
Las ventajas de YouTube como canal de marketing, según Jones, están en la difusión mundial que alcanza, el hecho de que esté abierto las veinticuatro horas del día y los beneficios adicionales que se obtienen por la publicidad. Se estima que los productores de vídeos en YouTube obtienen entre dos y medio y diez dólares por cada mil visualizaciones de sus vídeos, lo que supone entre 2.500 y 10.000 dólares por cada millón de vistas.

«Los editores necesitan prepararse para moverse rápido, aprender de otros e iterar – concluye Jones, quien pone de relieve el interés de YouTube por colaborar con la industria de los contenidos.  


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