La Asociación de Libreros del Reino Unido ha encontrado que el sesenta y tres por ciento de los compradores ha admitido haber utilizado la librería física para ver los libros como en un escaparate y luego ha realizado la compra online. Esta práctica que se conocen con el nombre de showrooming está afectando muy directamente a sus ventas.
En esta encuesta también se pudo comprobar que utilizar las librerías como escaparates es más probable que lo realice un setenta y seis por ciento de los jóvenes con edades comprendidas entre los dieciséis y los veinticuatro años y un cincuenta por ciento de mayores de cincuenta y cinco años.
En los Estados Unidos Barnes and Noble reconoce ser víctima de esta técnica. Una compañía de tecnología móvil llamada Placed analizó el comportamiento de compra de los showroomers y encontró que el dieciocho por ciento de los consumidores de B&N realizaba la compra final en Amazon.
Algunas librerías como por ejemplo Elliott Bay Book Co ha incluido carteles en los que informa a sus clientes sobre esta práctica y Educational Development Corp incluso ha decidido retirar sus títulos de la lista del gigante minorista.
Michael Kozlowski se pregunta en un artículo publicado en Goodereader si estas técnicas en realidad tienen algún efecto, ya que no hay nada que impida que un consumidor consulte los títulos en una tienda física y realice su compra mediante su teléfono inteligente.
En su opinión lo mejor sería que estas tiendas físicas animasen de forma activa la compra online, e incluso sugiere que se proporcione un ordenador en el mostrador. Además –añade– las librerías deberían fomentar aquellos valores que las diferencian de los mercados online, como por ejemplo contar con personal cualificado que recomiende los libros.
Para finalizar, cree que llevar a cabo esta práctica en una librería local podría considerarse una forma sutil de robo.