La neurociecncia educativa espera descubrir cómo aprenden los estudiantes

En los últimos años se ha abierto un nuevo campo acción en la escena educativa con la esperanza de descubrir cómo se produce el aprendizaje. La neurociencia educativa o neuroeducación busca descubrir este secreto y cada año se realizan más estudios. Sin embargo, según ha manifestado el neurocientífico y escritor Ben Martynoga en un artículo publicado en The Guardian, aún se está muy lejos de conseguirlo, porque aunque el rendimiento va mejorando, todavía se mantienen las mismas dudas sobre cómo aprenden los estudiantes.

En los últimos años se ha abierto un nuevo campo acción en la escena educativa con la esperanza de descubrir cómo se produce el aprendizaje. La neurociencia educativa o neuroeducación busca descubrir este secreto y cada año se realizan más estudios. Sin embargo, según ha manifestado el neurocientífico y escritor Ben Martynoga en un artículo publicado en The Guardian, aún se está muy lejos de conseguirlo, porque aunque el rendimiento va mejorando, todavía se mantienen las mismas dudas sobre cómo aprenden los estudiantes.

La investigadora comienza destacando los estudios llevados a cabo por la Universidad Carnegie Mellon en Estados Unidos mediante la utilización de la resonancia magnética funcional para escanear el cerebro y registrar la actividad cerebral de los estudiantes. Los investigadores que han participado en el estudio ya han expuesto grandes pretensiones, lo que hace pensar que se conseguirán mejores métodos de enseñanza. Sin embargo Dorothy Bishop, profesora de neuropsicología de la Universidad de Oxford, ha manifestado tener grandes reservas sobre el buen razonamiento de la neurociencia educativa. En su opinión, las imágenes que se recogen de los escáneres son inherentes y los datos que ofrecen son vagos, además –añade– la técnica resulta difícil de manejar y demasiado cara para utilizar de forma rutinaria.

The Welcome Trust es una organización biomédica del Reino Unido que se asoció el año pasado con la Education Endowment Foundation (EEF) para llevar a cabo seis proyectos de investigación y comprobar cómo se desarrolla la neurociencia en el aula. Uno de estos proyectos –informa Martynoga– es Spaced Learning.

Se trata de un método en el que se enseña de forma intensiva distintos contenidos realizando descansos entre ellos. Esta metodología fue descrita por primera vez por el psicólogo Hermann Ebbinghaus quien comprobó que la repetición es crucial para el aprendizaje y éste es más duradero si estas repeticiones se espacian en el tiempo.

Los neurocientíficos han descubierto que los estímulos repetitivos alternados con pausas es una de las mejores formas para convencer a las neuronas de que ese conocimiento es importante y por lo tanto que lo incluyan en la memoria.

El año pasado la EEF publicó una revisión centrada en dieciocho áreas de la neurociencia y en cómo ésta podría tener un gran impacto en la práctica educativa. Hasta la fecha, poco se ha podido demostrar de su repercusión en las aulas del Reino Unido.

Aunque esto sea así -concluye Martynoga- la neurociencia ha mostrado ciertos rasgos sobre el procesamiento de la información y la creatividad, incluso ha llegado a demostrar que la mayoría de los adolescentes tienen un ciclo de sueño y vigilia retrasado si se compara con el de los adultos, algo que podría ayudar a enfocar la educación o la forma en la que plantear los conocimientos.

Los neurocientíficos se acercan cada vez más al misterio del aprendizaje pero todavía están lejos de aclararlo por completo –asegura– por lo que aunque se muestre que el rendimiento ha mejorado, todavía sigue en el aire la pregunta de cómo han aprendido los estudiantes.
 


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