Los cursos online parecen estar estancados en el tiempo

Joanna Cabot, profesora, periodista y colaboradora habitual en TeleRead, en un artículo publicado en esta web comparte su experiencia en cursos online e informa de cuál ha sido la evolución de estos en los últimos siete años. Aunque después de tanto tiempo se espera una mejora no sólo en el software y en la tecnología, sino también en la experiencia del usuario, Cabot se lamenta de que los cambios han sido prácticamente mínimos.

Joanna Cabot, profesora, periodista y colaboradora habitual en TeleRead, en un artículo publicado en esta web comparte  su experiencia en cursos online e informa de cuál ha sido la evolución de estos en los últimos siete años. Aunque después de tanto tiempo se espera una mejora no sólo en el software y en la tecnología, sino también en la experiencia del usuario, Cabot se lamenta de que los cambios han sido prácticamente mínimos.

Casi todos los cursos tienen una estructura y funcionamiento muy similar. En primer lugar se pide a los estudiantes  que accedan al curso y una vez dentro de la plataforma aparecen las típicas pestañas laterales con varias secciones y una pantalla principal para mostrar el contenido. Cada módulo incluye distintas clases y ponencias que en la mayoría de los casos son diapositivas en texto plano.

Siempre que realiza un curso online, el estudiante está obligado a publicar en los foros y a responder a mensajes de otros, lo que lleva a conversaciones con frases del tipo: “Si, estoy de acuerdo con usted” y poco más.

Cabot se queja de que todavía existen serias dificultades para acceder de forma sencilla a secciones que ella considera de máxima importancia, como por ejemplo el libro de calificaciones. La mayoría de las veces se ofrece un hipervínculo que lleva al organizador del curso. A partir de ahí hay que desplazarse hasta el final de la pantalla, elegir el módulo, esperar un tiempo, ya que la presentación tarda en cargarse, volverse a desplazar hasta abajo, hacer clic otra vez y por fin, consultar el libro de calificaciones.

En su opinión son demasiados pasos que podrían eliminarse y está convencida de que facilitar la accesibilidad debe ser una tarea más bien sencilla.

Otra de las quejas que realiza esta periodista está relacionada con las lecturas obligatorias. Aunque los libros de texto, que en un principio fueron tan caros, ya no tienen que ser adquiridos por los estudiantes de estos cursos online, Cabot asegura que muchas de las lecturas o artículos obligatorios son documentos en PDF que o no pueden descargarse, o que se abren en una segunda ventana, o se incluye un hipervínculo porque el PDF está bloqueado. Esto impide copiar y pegar, e incluso en ocasiones hay que volver a escribir la dirección URL de forma manual, algo que sorprende a esta periodista que no entiende como después de tantos años todavía no se han realizado los cambios pertinentes. 

Lo que le inquieta –concluye– es por qué en estos siete años no se ha descubierto una manera de tener acceso a los materiales, documentos o calificaciones mediante un simple clic. Está claro que la tecnología lleva su ritmo y muchas cosas que parecen sencillas quizá no lo sean.

Cabot entiende que no hay un sistema perfecto y que siempre habrá errores y problemas técnico, pero lo que no comprende es lo poco que las cosas han mejorado en todos estos años. Cree que el avance debería haber sido mayor y que la accesibilidad, a estas alturas, debería ser mucho más sencilla.
 


© Copyright Fundación Germán Sánchez Ruiperez, 2010