Los clubes de lectura han sido un elemento clave en la dinámica de las bibliotecas infantiles y juveniles durante el último medio siglo. Actualmente vivimos una época en la que contamos con muchas herramientas para refundar y revitalizar esta actividad, aprovechando todo lo que ocurre alrededor para favorecer su desarrollo y potenciar sus atractivos.
Se buscan lectores
Definamos el sector de edad con el que vamos a trabajar. Tanto si se trata de niños como de jóvenes, pensemos en los más carismáticos, en los más introvertidos, en los más lectores, en los más cinéfilos. Una “selección” variada con un mismo denominador común: la capacidad de implicación y compromiso. Si nos podemos permitir el lujo de escoger, el número ideal de componentes está entre 8 y 10.
Antes de continuar, os presentamos un par de secuencias tomadas de una sesión del Club de Creadores del Centro Internacional del Libro Infantil y Juvenil. En ella, sus miembros, niños con edades entre los 7 y los 9 años, presnetan libros con una dinámica muy participativa y entretenida:
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Cómo arrancar
Escojamos temas monográficos que estén en consonancia con los intereses del grupo y, a partir de ahí, seleccionemos los materiales a presentar, las partes sobre las que debatir, las herramientas a utilizar.
Son premisas importantes:
· No limitarse al espacio físico de reunión y abrir un espacio en Internet para continuar los debates y promover el conocimiento de la actividad entre sus simpatizantes.
· Utilizar las redes sociales para comunicarse con los integrantes del club y convocar citas, consultar dudas, programar cambios…
· Fomentar el que sus componentes establezcan algún vínculo, si no es el caso, más allá de los encuentros del club.
· No limitarse al libro y utilizar todo tipo de materiales que ofrezcan historias jugosas: videojuegos, discos, películas, por supuesto, o algunas aplicaciones web, que también rebosan de buenas ideas.
· En todos los casos, hacer que los diferentes soportes se interrelacionen (imaginemos un libro que cite un disco del que se haya hecho una adaptación al cine y que, a su vez, tenga un juego basado en él).
¿Jóvenes reunidos para hablar de literatura?
Si nuestra idea es construir un club de lectores adolescentes, asegurémonos de que hay alguna figura carismática. El objetivo debe ser que la actividad sea desarrollada por ellos y para ellos, que la sientan suya y que la figura del dinamizador adulto solo tenga relativa importancia.
Reforcemos la idea de lugar abierto, desmitificando los esquemas que muchos tienen preestablecidos, dejando claro que se trata de construir un punto de encuentro entre aficiones, no un reducto de “frikis”.
¿Qué necesitamos, básicamente?
Un espacio de reunión, agradable y con algunos elementos como un ordenador con conexión a Internet (será su ventana al mundo), altavoces, si es posible una pantalla con proyector, una mesa y unas sillas. A mayores, la posibilidad de tomar algún aperitivo confiere a las sesiones un sano tono informal y les aporta atractivo. En cuanto a la periodicidad, lo ideal es concertar una reunión a la semana, consensuando el día y la hora con todos los interesados.
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Aunque las pociones mágicas sólo forman parte de la fantasía, algunas partes de la receta pueden ser aprovechables. Y si bien estas pautas no garantizan el mantenimiento en activo de un club de lectores, tenerlas en cuenta lo hará sin duda más factible.