El diplomático Juan José Herrera de la Muela asegura que cuando lee por segunda vez un libro "a veces la diferencia es tan abismal que me da pavor pensar que solo leemos los libros una vez” y subraya que "la relectura de un libro da mucho más que la lectura de uno nuevo".
En diálogo con
Antonio Sáenz de Miera, el diplomático Juan José Herrera de la Muela es el protagonista de la sexta entrega del programa
Relectores, creado por la
Fundación Germán Sánchez Ruipérez para reunir experiencias de lectura y relectura de personalidades relevantes de todos los ámbitos de la sociedad.
Juan José Herrera de la Muela es diplomático, editor y traductor literario. Fue director del Centro Cultural Conde Duque, de Casa Asia, también subdirector general de Música y Danza del Instituto Nacional de las Artes Escénicas y coordinador del Año España-Rusia. Ha sido asesor de la editorial Siglo XXI y ha fundado y dirigido la colección “Voces del Este”. Actualmente es Cónsul para Aasuntos culturales en el
Consulado de España en Nueva York.
Su interlocutor, Antonio Sáenz de Miera (Cercedilla, Madrid, 1935), doctor en Derecho y profesor de Política Social de la Universidad Complutense. En el campo profesional actuó como directivo de empresa y fue director de la Fundación Universidad-Empresa de Madrid. Ha ejercicio la presidencia del Centro Español de Fundaciones y del Club de La Haya de Fundaciones Europeas.
Durante la conversación, que se realizó en la Biblioteca Nacional, Herrera de la Muela afirma que la lectura significa para él “mucho más de media vida” porque ocupa “todos los silencios” de su existencia. “Son muchas horas, muchos días, y es una forma también de distraer la soledad, de distraer los momentos en que a veces cuesta tener contacto con el mundo, y en esos momentos el contacto con el mundo se tiene a través de la lectura”.
También admite que la lectura ayuda a vivir, aunque aclara que tampoco querría “ser tan vulgar como para decir que la lectura es una droga” si bien sostiene que “tiene algo de recurso” muy positivo y al mismo tiempo muy personal para continuar.
Ante la pregunta de Sáenz de Miera, reconoce que la lectura ayuda a vivir, a pensar y a actuar porque “te sitúa, te ayuda a ponerte en el escenario donde uno vive”. En ese sentido suscribió la idea borgiana de que la lectura es también la forma “en que uno es capaz de crear sin necesidad de ser un creador genial ni un autor”. Asegura que, sencillamente, “al leer uno crea, está elaborando, segregando otra vez su mundo particular por supuesto a partir de la obra de otro”.
“En realidad mis primeras lecturas fueron muy curiosas, porque fueron lecturas que me hicieron a mí”, subraya al rememorar sus comienzos como lector y el primer contacto que tuvo con un libro. Esa relación empezó con las lecturas de su profesora de capítulos del libro de la escritora sueca Selma Lagerlöf El maravilloso viaje de Nils Holgersson, el niño que viaja por el mundo sobre las alas de una oca.
“Nos lo leían todos los miércoles y recuerdo que esperábamos al miércoles con absoluta pasión para que se nos leyera” –rememora Herrera de la Muela. “Y poco a poco después empezamos a leer. Y el primer libro que leí –añade– y del que tengo recuerdo claro fue Cuentos de Navidad, de Charles Dickens” que pudo elegir en la biblioteca de su colegio en la colección de los clásicos de Araluce. De esa lectura conserva el “vívido recuerdo de haber entrado por primera vez en contacto con la compasión”.
Afirma que durante muchos años de su vida ha devorado lecturas que le permitieran entrar “en mundos para satisfacer la curiosidad”, básicamente novela, aparte de los libros “que uno tiene que leer para ganarse el sustento” como “pesadísimos tratados de Derecho Internacional, o tratados de Historia del Arte, no tan pesados, por supuesto”.
La novela ha tenido mucha importancia en su vida profesional y admite que es porque “da muchos modelos de vida, pautas; refleja comportamientos que al lector luego le influyen”. Entre otras destaca La cartuja de Parma, de Stendhal; En busca del tiempo perdido, de Proust o Lotte in Weimar, de Thomas Mann. A su juicio novelas como Guerra y Paz, de Tolstoi; Los hermanos Karamazov, de Dostoievski, y la obra de Chejov, uno de sus autores favoritos, del llamado triunvirato, forman parte de “la gran cultura rusa del siglo XIX, la que se hace universal” y que impulsa el ingreso a la literatura del siglo XX.
En cuanto a los escritores españoles expresa su gusto por las novelas de Pérez Galdós, más que los Episodios nacionales, o El cuaderno gris, de Josep Pla, y entre los hispanoamericanos pone énfasis en su fervor por Jorge Luis Borges.
Herrera de la Muela confiesa haber vuelto a algunos libros porque “la relectura de un libro da mucho más que la lectura de uno nuevo” y entre esas relecturas menciona Guerra y paz y Los hermanos Karamazov.
Asocia la relectura de un libro al ejercicio de ver una película sin sonido, prueba de que “la atención y la memoria tienen muchos trucos” puesto que de esta manera se aprecian muchos más gestos y detalles que con el sonido. “Cuando leo por segunda vez un libro –apunta–, a veces la diferencia es tan abismal que me da pavor pensar que solo leemos los libros una vez”.