En torno a los hábitos de lectura de los brasileños

Danilo Venticinque arremete contra el repetido insistentemente tópico de que los brasileños no leen. Con un discurso en tono irónico y desgranando algunos datos sobre la edición brasileña, este editor planta cara a esta visión pesimista de la realidad lectora de Brasil y sugiere cambiar de discurso para actualizarlo a la realidad, con objeto de contribuir realmente a elevar el índice de los hábitos lectores en este país.

El editor brasileño Danilo Venticinque arremete contra el repetido tópico de que los brasileños no leen. Con un discurso en tono irónico en el que aporta algunos datos sobre la edición brasileña, este profesional planta cara a esta visión pesimista de la realidad lectora de Brasil y sugiere cambiar de discurso para actualizarlo a la realidad, con objeto de contribuir a elevar el índice de los hábitos lectores en este país.

Como editor de la revista Época, perteneciente al grupo brasileño de comunicación Globo, Venticinque mantiene una columna semanal en este medio desde la que llama la atención sobre los cambios que Brasil está experimentando en relación con la lectura. Su reflexión parte de constatar que son muchas las voces que mantienen que los brasileños no leen, y manifiesta su hartazgo al ver que esa idea está extendida en amplios y diversos sectores de población: “Amigos, taxistas, compañeros periodistas, escritores y hasta editores me han dicho que el brasileño no lee” –afirma Venticinque.

Como una letanía, Venticinque enhebra su reflexión contraponiendo a la referida desafección de los brasileños hacia la lectura determinados datos acerca de la industria editorial de Brasil que contrastan con esa aseveración:

Danilo Venticinque frente al tópico pone énfasis el triunfo en lecturas y ventas entre diferentes tipos de público lector de autores del país como Thalita Rebouças o Eduardo Spohr. Y resalta que este cambio no sólo es cuestión de números sino que supone también un crecimiento cualitativo, como demuestra que la obra del poeta Paul Leminski haya conseguido en algunos circuitos niveles de lectura mayores que el best seller mundial Cincuenta sombras de Grey. Las ferias del libro y foros profesionales evidencian también que el tópico de que los brasileños no leen está ya caduco, insiste Venticinque, a tenor de la participación que se registra en ellos y del afán de los editores por dar respuesta a las crecientes demandas que plantean los lectores.
 
Si bien –comenta Venticinque–, en recientes encuestas de lectura se recoge que la mitad de los brasileños mayores de cinco años no había leído ningún libro en los últimos tres meses, este dato es relativo y resulta “comprensible en un país donde hay pocas librerías, las bibliotecas públicas están abandonadas y el veinte por ciento de las personas entre quince y cuarenta y nueve años son analfabetos funcionales”. Pero no hay que olvidar, alerta el editor, que la otra mitad son más de ochenta y ocho millones de lectores, entre los frecuentes y los ocasionales. Esta cifra es para Danilo Venticinque un número muy importante de lectores y encierra un enorme potencial de crecimiento.
 
Finalmente, Venticinque cierra su reflexión afirmando que él cree que el brasileño lee, y ya que ha empezado a hacerlo, ahora lo que hace falta es cambiar el discurso. En lugar de quejarse de que los brasileños no leen, los brasileños que leen –sentencia Venticinque– deberían esforzarse por promover el hábito de la lectura, porque los tópicos pesimistas no invitan a abrir un libro ni harán que ninguna persona se sume al carro de los lectores.
 
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