El álbum ofrece muchas posibilidades a los lectores: es atractivo y estimulante, tiene distintos niveles de lectura, y les capacita en la lectura de la imagen, su componente esencial. Cuando incorpora texto, éste entra en diálogo con las ilustraciones, ambos se complementan de tal modo que la historia cobra verdadero sentido si leemos e interpretamos conjuntamente ambos elementos.
Para valorar la gran oferta de álbumes que encontramos en la actualidad, nos fijamos en:
· El aspecto formal, el primer reclamo ante el lector. Formato, guardas, cubierta y contracubierta dan sentido a la historia y participan en la narración. Todos estos componentes deberían sintetizar y exponer el contenido del libro.
· Los colores, sus tonalidades, que anuncian el tono intimista, dramático o realista de la obra.
· Las ilustraciones, su fuerza expresiva, su originalidad, su dimensión estética. Imágenes que atraigan y seduzcan y den coherencia al relato rompiendo la barrera de lo puramente ornamental, que inciten a la observación y a la reflexión.
· El equilibrio y complicidad entre texto e imagen, que no haya redundancia sino complementariedad o contraste.
· La progresión del relato; la unión de secuencias determina el ritmo de la lectura. Textos e imágenes deben fluir con continuidad narrativa, cohesionando los distintos elementos que forman parte de la historia.
En el álbum, texto e ilustraciones narran, provocan, evocan y transmiten sensaciones y sentimientos. |