Amaranth Borsuk y Gretchen E. Henderson, dos becarios de posgrado en Escritura y Humanidades del Massachusetts Institute of Technology (MIT), organizaron un simposio en la última conferencia de esa institución realizada el 3 y 4 de mayo de 2012 que recogió ideas sobre las formas que el libro puede adoptar en el futuro.

 

La conferencia, centrada en las especulaciones en torno al futuro del libro, se ocupó mayormente de la caída de las ventas de los libros impresos o de la demanda antitrust del Departamento de Justicia de los EE.UU. contra Apple y otros cinco grupos editoriales por pactar los precios de los eBooks.

 

Por esa razón lo más atractivo de la conferencia fue el simposio organizado por los becarios, en el que se presentaron ponencias que anticipan las innovadoras formas que el libro puede adoptar gracias a las nuevas tecnologías. La periodista Judith Rosen, en un artículo publicado en Publishers Weekly, resume la sesión y comenta las iniciativas más destacadas.

 

James Reid-Cunningham, director asociado de programas digitales y conservación en el Ateneo de Boston, fue el único orador que proclamó “la muerte del libro”, en particular de los libros de referencia. “Los libros que llevan datos morirán, es más –subrayó– la guía de teléfonos ya está muerta”. En su opinión los únicos que pueden salvarse son los libros de arte, porque en sí mismos son obras de arte.

 

 

La directora editorial de MIT Press, Gita Manaktala, la única editora en términos tradicionales que figuraba en la lista de ponentes, habló de las dificultades a las que se enfrenta la prensa académica en estos momentos. “Nuestros autores viven en un mundo Wiki –dijo–, donde el conocimiento se produce a gran velocidad”. La editora apuntó la necesidad de alternativas a las evaluaciones hechas por colegas de profesión, ya que actualmente algunos escritores, mientras preparan sus propios manuscritos, publican contenidos respecto de los que solicitan comentarios.

 

Bob Stein, director del Institute for the Future of the Book, sugirió a Manaktala que a esos efectos utilice la plataforma de la que es fundador, SocialBook. Esta comunidad, explica en el artículo Judith Rosen, permite a los usuarios compartir comentarios, dibujos de libros, importar PDFs y leer artículos a través de navegadores web –sólo Safari y Chrome por el momento–. Está previsto que se puedan añadir “glosas”, en las que la gente encuentre notas más extensas sobre los libros o artículos alojados en la plataforma. “No necesitamos conseguir todo el éxito en uno o dos años, pero danos diez; seremos mejores que Amazon”.

 

También expuso su experiencia Christian Bök, poeta canadiense y profesor de inglés asociado en la Universidad de Calgary cuyos trabajos parten del cubo de Rubik o piezas de Lego. Tras alcanzar la fama con Eunoia (2001), un libro que le llevó siete años escribir, se encuentra inmerso en el experimento Xenotexto bajo la idea de que “la poesía no responde bien al lenguaje científico”. En este “experimento”, el poeta se dispone a codificar un verso corto en una secuencia de ADN con el propósito de implantarlo en una bacteria. Christian Bök, que se propone como poeta del siglo XXI, quiere validar el aforismo de William Burroughs que define el lenguaje como un virus cuyo único propósito es reproducirse. Por el momento, según señala la periodista, no lo ha conseguido, aunque Bök no tiene intención de rendirse.

 

Entre otros proyectos presentados, Rosen menciona en el artículo algunos  relacionados con programas informáticos o vídeos. Entre ellos destaca en primer lugar el Telescrapbook de Natalie Freed. Un Telescrapbook se puede comunicar con otro libro mediante unas etiquetas adhesivas y la escritura electrónica. En segundo lugar, Rosen menciona la aplicación de Angela Chang TinkerStories, que ya se emplea en el programa “un ordenador para cada niño” en Etiopía. Esta aplicación se basa en lo que hacen los padres para enseñar a leer a sus hijos prelectores. Su creadora tiene como objetivo hacer que los niños aprendan estas habilidades por su cuenta mediante esta aplicación y una tableta.